Fuente: http://cultura.elpais.com/
vida&artes - Un ADN digital
Los niños son capaces de usar tabletas antes de andar
Aunque algunos expertos creen que el aprendizaje con libros es más sólido
Aunque algunos expertos creen que el aprendizaje con libros es más sólido
Inmersas en la sociedad de la información, las nuevas generaciones
nacen con el ADN digital. Llegan al mundo no con el clásico pan debajo
del brazo, sino con una multipantalla. Son capaces de usar las tabletas
electrónicas antes incluso de aprender a andar. Para muchos niños, estos
pequeños aparatos se han convertido ya en su juguete favorito. La
tableta viene a ser como los Juegos Reunidos Geyper del siglo XXI. Con
una diferencia cuantitativa: mientras que los clásicos estuches de
cartón o de madera que causaron furor a mediados del siglo pasado
contenían un máximo de 55 juegos, App Store tiene más de 105.000.
Anclada en el imaginario colectivo de padres y abuelos, la marca Geyper
desapareció en 1987 como consecuencia de una suspensión de pagos y con
ella se esfumaron los legendarios pasatiempos de mesa. Ahora empieza el
reinado de los teléfonos avanzados y de las tabletas.
Otro de los iconos de la infancia de millones de españoles, los míticos Cuadernos Rubio (con el que las generaciones analógicas aprendieron buena letra) ha dado el salto a las tabletas y a los teléfonos inteligentes. La Universidad Pontificia de Salamanca ha creado una aplicación para que los niños aprendan a leer y escribir, aunque sin lápiz ni papel.
Pero el impacto del mundo online en los más pequeños desata controversias. Antón Álvarez, profesor de la Universidad Complutense, afirma que los niños en general son muy permeables y abiertos a la tecnología. Distinguen bastante bien los soportes, pero para ellos la televisión o Internet son solo pantallas que solo difieren en el nivel de interactividad.
“La televisión es pasiva, mientras que con el iPhone pueden
interactuar”, dice Álvarez. La edad de iniciación para entender los
contenidos de los medios electrónicos está bajando. “Desde los dos
años”, dice este experto, “ven la tele. Forma parte de su escenario. Y
los medios digitales los utilizan desde su más tierna infancia”.
La eclosión de la tecnológica es incuestionable y así lo reflejan las estadísticas: en el mundo nacen cada día tres veces más smartphones que bebés. El 25% de los niños de 8 a 12 años tiene móvil y prefiere de regalo navideño un teléfono inteligente que un juguete más convencional.
Estos aparatos son un instrumento habitual en uno de cada tres niños de más de 13 años. Todas estas estadísticas han sido desgranadas en la última edición de El Chupete, el festival internacional de comunicación infantil que este año ha puesto sus ojos en la relación de los menores con el entorno digital.
A la hora de establecer la relación con los dispositivos móviles, los expertos aseguran que hay que aplicar los mismos criterios que con la televisión: encenderla a tiempo parcial, vigilar contenidos que ven los menores y evitar que se convierta en una impagable y paciente canguro.
Yago Fandiño, subdirector de contenidos infantiles de RTVE.es, distingue claramente entre los medios audiovisuales y los digitales. “Internet tiene sus propias reglas. No tiene franjas horarias, como ocurre en la televisión, para los distintos rangos de edad”, dice.
La televisión ha preservado un horario de protección infantil (entre las 6.00 y las 22.00) en el que está prohibida la emisión de contenidos que puedan perjudicar el desarrollo físico, moral o mental de los menores. Y aunque las cadenas generalistas no siempre lo respetan, el Gobierno vigila para que no se emitan imágenes violentas o pornográficas en esa horquilla de tiempo.
Los que no pisan la línea son los canales infantiles como Clan TV. También en su página web el cuidado es extremo. Fandiño sabe que los niños son muy fieles (los datos indican que la edición online suma 1.900.000 usuarios únicos al mes, alrededor del 70% de los niños con acceso a Internet). Y adelantados. A partir de los tres años, los niños ya navegan y hay guarderías que tienen ordenadores con acceso a Internet. “Hay niños que con un año manejan en las tabletas la aplicación de Clan”, asegura.
Para los pequeños, estos son entornos muy naturales. Solo tienen que tocar con el dedo. El directivo de RTVE.es ve en el canal infantil un claro ejemplo de la convivencia entre los medios tradicionales y los táctiles. En 2009, la televisión pública lanzó una web para concentrar los contenidos. Ahora alberga 106 series (49 de ellas en inglés) que suman 2.400 vídeos de libre acceso. Las productoras, en un gesto poco frecuente, aceptaron ceder los derechos. “Los contenidos ya estaban en YouTube, pero quisimos darle un sitio a padres e hijos en el que se sintieran más tranquilos”, cuenta Fandiño. Por cuestiones de derechos, estas series solo se pueden ver desde España.
Pero a diferencia de la televisión, un medio de acceso universal que
llega prácticamente al 100% del territorio español, Internet tiene una
implantación mucho más reducida. De hecho, uno de cada tres españoles no
ha usado nunca la Red. Esta estadística salta por los aires cuando se
trata de cuantificar los menores que tienen acceso a Internet. Aunque no
son el 100%, como advierte el antropólogo de la Universidad de
Extremadura Alfonso Vázquez. A sabiendas de que la digitalización es un
fenómeno imparable, sostiene que hay alrededor de un 10% de niños que
está fuera del circuito de los llamados nativos digitales. “Hay alumnos
de secundaria y de primero de ESO que nunca han encendido un ordenador
ni navegado”, advierte.
El profesor Vázquez ha realizado una tesis doctoral con los datos de las entrevistas a 500 chavales de la comunidad extremeña. Su conclusión es que las nuevas tecnologías van a ser causa de exclusión laboral porque hay personas que no saben manejar herramientas de búsqueda.
Los padres no son conscientes de esa necesidad. “No veían el ordenador como algo interesante. No les atraía y tampoco lo asociaban a un tema económico. Pero que un adolescente no esté alfabetizado tecnológicamente puede ser un factor serio de exclusión, de la misma manera que en los años sesenta y setenta lo era no saber leer y escribir”.
Jorge Izquierdo es de esos adolescentes enganchados a los medios digitales. Hace un año, con 14, comenzó a desarrollar aplicaciones en sus ratos libres. En el festival contó su experiencia, pese a que, asegura, no es mucho el apoyo que se recibe por parte del colegio y que las aplicaciones no se hacen en el recreo. Él empezó así con su famosa Urlate: “Un día estaba lloviendo e iba al cole. Había un atasco y pensé: qué dirán estas personas cuando lleguen al trabajo. Para poder tener una excusa visual y que les creyeran, pensé en diseñar el trayecto y el tiempo, con las claves del atasco”. Con todo, reconoce que la parte más difícil fue la de publicarla y enviársela a Apple.
Otro día, junto a un amigo, pensó en hacer una agenda 2.0 para el colegio en la que apuntar los deberes, los horarios de las clases, las notas. “Hice una aplicación como quería que fuera una agenda escolar. Pero el colegio me dijo que no la usara. Con lo útil que es: te halla la media de las notas, te notifica cuándo tienes que hacer los deberes y el día anterior al examen te desea suerte”.
También ha desarrollado una aplicación con las series para que a los forofos de Los Soprano o de La que se avecina no se les olvide el episodio por el que van. “En la programación”, confiesa el joven Izquierdo, “he encontrado mi pasión. Me gusta hacerlo en mi tiempo libre. Si todos encontramos nuestra pasión vamos a ser mejores personas y a hacer un mundo mejor”.
Se quiera o no, la brecha digital existe. “No todo el mundo es digital entre los adolescentes, y eso va a ser algo determinante”, insiste el profesor Vázquez. Y pone como ejemplo su tierra. “En Extremadura hay mucho espacio rural y agrícola. Querían poner ADSL en todas las localidades. Pueden concienciar, pero si el usuario no lo tiene fácil queda aún mucho por hacer”.
Desde el punto de vista pedagógico, los medios electrónicos no son
necesariamente una panacea. “Los contenidos aprendidos con los medios
digitales no se quedan en la memoria como los tradicionales. Son más
rápidos y visuales, pero perduran menos en la memoria”, apunta el
profesor.
En la misma línea, su colega de la Complutense señala la gran diferencia entre la formación basada en texto (“como decía McLuhan, el hombre gutemberiano”) y las nuevas generaciones (“el nuevo hombre digital”). Todo porque ya nadie duda de que la forma en que se accede al conocimiento condiciona la forma de pensar. “En un texto todo es secuencial. Está ordenado, se distingue lo que son las ideas principales y las subordinadas. Quienes leen son personas con buena estructura mental”.
Frente a ellos, los nativos digitales tienen una formación opuesta que se centra en cómo descodifican la información que les llega. En los medios de imagen todo llega a la vez y aparentemente sin estructura, lo cual favorece la superficialidad pero también agudiza la necesidad de comprensión lógica. “A los primeros, les cuesta más cambiar de opinión. Los segundos son más maleables, menos rígidos en sus ideas, pero también más fáciles de persuadir”, resume el profesor Antón Álvarez.
Por eso es importante, dicen los expertos, que los niños le dediquen el mismo tiempo a los medios audiovisuales que a los escritos. Ahora aprenden a leer más tarde (cunde la teoría oficial de que no hay que forzar a los niños en su aprendizaje) y están más atentos a los soportes gráficos. “A largo plazo, los medios digitales actúan como invernaderos: se produce una maduración forzada de niños o adolescentes. Son más resabiados y se retrasa su incorporación a la sociedad real”, dice Álvarez.
“La electrónica es cada vez más accesible y en épocas de crisis los
padres salen menos. La televisión es un ocio barato. Pero las
tecnologías no son ni buenas ni malas; son lúdicas y absorbentes. En
casos extremos, pueden acabar anulando el mundo exterior”.
Para los más pequeños, entrañan grandes desafíos. Las tecnologías digitales no estimulan la sensación real de volumen porque no transmiten de forma correcta la representación en un espacio tridimensional. Por eso muchos psiquiatras dudan de que sean un instrumento adecuado para el desarrollo intelectual de los más pequeños. Pero tampoco refleja visualmente ese volumen la lectura, y nunca nadie la ha cuestionado por ello.
En la escuela, su utilidad no es puesta en duda por el músico y docente Javier Monteagudo, que destaca el papel de las tabletas como motor de la creación. Lo importante es cómo se utilizan. “Hay que tener criterio y sentido común” dice.
Monteagudo alerta de los riesgos y, entre ellos, uno de los más peligrosos es ponerse en el escaparate y mostrar en las redes sociales aspectos que corresponden a la intimidad. Por eso es necesario proteger la privacidad. Puede llegar a ser una tabla de salvación. “A la hora de encontrar trabajo se nos va a ver el perfil digital y puede que no coincida con el real. Hay que ser el mismo en la vida física que en la virtual”, dice. De paso, recomienda que se enseñe a los menores a desconectar, a esconderse del gran hermano. ¿La receta? “Hay que enseñar a la gente a desconectar para conectar con la gente”.
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Juguetes que representan las travesuras de los niños, diseñados en 1930 por la checa Minka Podhajska. / MoMA
ANIVERSARIO | Cumple 100 años
Almudena de Cabo (Dpa) | Berlín
Otro de los iconos de la infancia de millones de españoles, los míticos Cuadernos Rubio (con el que las generaciones analógicas aprendieron buena letra) ha dado el salto a las tabletas y a los teléfonos inteligentes. La Universidad Pontificia de Salamanca ha creado una aplicación para que los niños aprendan a leer y escribir, aunque sin lápiz ni papel.
Pero el impacto del mundo online en los más pequeños desata controversias. Antón Álvarez, profesor de la Universidad Complutense, afirma que los niños en general son muy permeables y abiertos a la tecnología. Distinguen bastante bien los soportes, pero para ellos la televisión o Internet son solo pantallas que solo difieren en el nivel de interactividad.
Hay guarderías que facilitan a los críos ordenadores con acceso a Internet
La eclosión de la tecnológica es incuestionable y así lo reflejan las estadísticas: en el mundo nacen cada día tres veces más smartphones que bebés. El 25% de los niños de 8 a 12 años tiene móvil y prefiere de regalo navideño un teléfono inteligente que un juguete más convencional.
Estos aparatos son un instrumento habitual en uno de cada tres niños de más de 13 años. Todas estas estadísticas han sido desgranadas en la última edición de El Chupete, el festival internacional de comunicación infantil que este año ha puesto sus ojos en la relación de los menores con el entorno digital.
A la hora de establecer la relación con los dispositivos móviles, los expertos aseguran que hay que aplicar los mismos criterios que con la televisión: encenderla a tiempo parcial, vigilar contenidos que ven los menores y evitar que se convierta en una impagable y paciente canguro.
Solo hay un 10% de menores fuera del circuito de los nativos digitales
Yago Fandiño, subdirector de contenidos infantiles de RTVE.es, distingue claramente entre los medios audiovisuales y los digitales. “Internet tiene sus propias reglas. No tiene franjas horarias, como ocurre en la televisión, para los distintos rangos de edad”, dice.
La televisión ha preservado un horario de protección infantil (entre las 6.00 y las 22.00) en el que está prohibida la emisión de contenidos que puedan perjudicar el desarrollo físico, moral o mental de los menores. Y aunque las cadenas generalistas no siempre lo respetan, el Gobierno vigila para que no se emitan imágenes violentas o pornográficas en esa horquilla de tiempo.
Los que no pisan la línea son los canales infantiles como Clan TV. También en su página web el cuidado es extremo. Fandiño sabe que los niños son muy fieles (los datos indican que la edición online suma 1.900.000 usuarios únicos al mes, alrededor del 70% de los niños con acceso a Internet). Y adelantados. A partir de los tres años, los niños ya navegan y hay guarderías que tienen ordenadores con acceso a Internet. “Hay niños que con un año manejan en las tabletas la aplicación de Clan”, asegura.
Para los pequeños, estos son entornos muy naturales. Solo tienen que tocar con el dedo. El directivo de RTVE.es ve en el canal infantil un claro ejemplo de la convivencia entre los medios tradicionales y los táctiles. En 2009, la televisión pública lanzó una web para concentrar los contenidos. Ahora alberga 106 series (49 de ellas en inglés) que suman 2.400 vídeos de libre acceso. Las productoras, en un gesto poco frecuente, aceptaron ceder los derechos. “Los contenidos ya estaban en YouTube, pero quisimos darle un sitio a padres e hijos en el que se sintieran más tranquilos”, cuenta Fandiño. Por cuestiones de derechos, estas series solo se pueden ver desde España.
Niños y tecnología
Tabletas. En el mercado hay disponibles ocho tabletas exclusivas para el público infantil. Una mayoría de los menores las usan para jugar (75%) y para fines educativos (57%), según las estimaciones del último festival internacional de comunicación infantil.
Teléfonos. Mientras que los niños prefieren la tableta, los jóvenes se inclinan por el smartphone (teléfono inteligente). El 65% de los niños de entre 8 y 18 años tiene móvil. El 38% de los niños de más de 13 años tiene smartphone. El 40% los españoles entre 8 y 18 años accede a Internet a través del móvil.
Juegos. El iPad equivale a los Juegos Reunidos Geyper de mediados del siglo pasado. Pero en vez de 55 juegos, como los que contenían las cajas de los famosos pasatiempos de mesa, alberga más de 100.000.
Nativos digitales. La coordinación ojo-mano se desarrolla a los nueve meses y la mano-ratón a los cuatro. A los tres años, los niños empiezan a usar el iPad, a los 11 obtienen el primer teléfono y a los 13 acceden al smartphone.
Seguridad. Los padres dicen sentirse más seguros si sus hijos pequeños llevan móvil. El 86% de los progenitores orienta a sus hijos sobre el uso responsable de los aparatos.
Redes sociales. Uno de cada tres menores utiliza aplicaciones de redes sociales. Los adolescentes las usan para hablar con los amigos (92%), comentar publicaciones (78%), jugar (57%) y compartir contenidos (40%). Alrededor de 425 millones de usuarios acceden a Facebook desde el móvil.
Mensajes. Los adolescentes envían un promedio de 60 mensajes al día.
Internet. Los jóvenes muestran poca paciencia y se sienten más irritables e inquietos cuando les falta el móvil o no pueden conectarse a Internet, según el Observatorio de la Adolescencia.
El profesor Vázquez ha realizado una tesis doctoral con los datos de las entrevistas a 500 chavales de la comunidad extremeña. Su conclusión es que las nuevas tecnologías van a ser causa de exclusión laboral porque hay personas que no saben manejar herramientas de búsqueda.
Los padres no son conscientes de esa necesidad. “No veían el ordenador como algo interesante. No les atraía y tampoco lo asociaban a un tema económico. Pero que un adolescente no esté alfabetizado tecnológicamente puede ser un factor serio de exclusión, de la misma manera que en los años sesenta y setenta lo era no saber leer y escribir”.
Jorge Izquierdo es de esos adolescentes enganchados a los medios digitales. Hace un año, con 14, comenzó a desarrollar aplicaciones en sus ratos libres. En el festival contó su experiencia, pese a que, asegura, no es mucho el apoyo que se recibe por parte del colegio y que las aplicaciones no se hacen en el recreo. Él empezó así con su famosa Urlate: “Un día estaba lloviendo e iba al cole. Había un atasco y pensé: qué dirán estas personas cuando lleguen al trabajo. Para poder tener una excusa visual y que les creyeran, pensé en diseñar el trayecto y el tiempo, con las claves del atasco”. Con todo, reconoce que la parte más difícil fue la de publicarla y enviársela a Apple.
Otro día, junto a un amigo, pensó en hacer una agenda 2.0 para el colegio en la que apuntar los deberes, los horarios de las clases, las notas. “Hice una aplicación como quería que fuera una agenda escolar. Pero el colegio me dijo que no la usara. Con lo útil que es: te halla la media de las notas, te notifica cuándo tienes que hacer los deberes y el día anterior al examen te desea suerte”.
También ha desarrollado una aplicación con las series para que a los forofos de Los Soprano o de La que se avecina no se les olvide el episodio por el que van. “En la programación”, confiesa el joven Izquierdo, “he encontrado mi pasión. Me gusta hacerlo en mi tiempo libre. Si todos encontramos nuestra pasión vamos a ser mejores personas y a hacer un mundo mejor”.
Se quiera o no, la brecha digital existe. “No todo el mundo es digital entre los adolescentes, y eso va a ser algo determinante”, insiste el profesor Vázquez. Y pone como ejemplo su tierra. “En Extremadura hay mucho espacio rural y agrícola. Querían poner ADSL en todas las localidades. Pueden concienciar, pero si el usuario no lo tiene fácil queda aún mucho por hacer”.
“Ser analfabeto tecnológico conlleva riesgo de exclusión”, opina un antropólogo
En la misma línea, su colega de la Complutense señala la gran diferencia entre la formación basada en texto (“como decía McLuhan, el hombre gutemberiano”) y las nuevas generaciones (“el nuevo hombre digital”). Todo porque ya nadie duda de que la forma en que se accede al conocimiento condiciona la forma de pensar. “En un texto todo es secuencial. Está ordenado, se distingue lo que son las ideas principales y las subordinadas. Quienes leen son personas con buena estructura mental”.
Frente a ellos, los nativos digitales tienen una formación opuesta que se centra en cómo descodifican la información que les llega. En los medios de imagen todo llega a la vez y aparentemente sin estructura, lo cual favorece la superficialidad pero también agudiza la necesidad de comprensión lógica. “A los primeros, les cuesta más cambiar de opinión. Los segundos son más maleables, menos rígidos en sus ideas, pero también más fáciles de persuadir”, resume el profesor Antón Álvarez.
Por eso es importante, dicen los expertos, que los niños le dediquen el mismo tiempo a los medios audiovisuales que a los escritos. Ahora aprenden a leer más tarde (cunde la teoría oficial de que no hay que forzar a los niños en su aprendizaje) y están más atentos a los soportes gráficos. “A largo plazo, los medios digitales actúan como invernaderos: se produce una maduración forzada de niños o adolescentes. Son más resabiados y se retrasa su incorporación a la sociedad real”, dice Álvarez.
Jorge (14 años) ideó una agenda electrónica que el colegio le rechazó
Para los más pequeños, entrañan grandes desafíos. Las tecnologías digitales no estimulan la sensación real de volumen porque no transmiten de forma correcta la representación en un espacio tridimensional. Por eso muchos psiquiatras dudan de que sean un instrumento adecuado para el desarrollo intelectual de los más pequeños. Pero tampoco refleja visualmente ese volumen la lectura, y nunca nadie la ha cuestionado por ello.
En la escuela, su utilidad no es puesta en duda por el músico y docente Javier Monteagudo, que destaca el papel de las tabletas como motor de la creación. Lo importante es cómo se utilizan. “Hay que tener criterio y sentido común” dice.
Monteagudo alerta de los riesgos y, entre ellos, uno de los más peligrosos es ponerse en el escaparate y mostrar en las redes sociales aspectos que corresponden a la intimidad. Por eso es necesario proteger la privacidad. Puede llegar a ser una tabla de salvación. “A la hora de encontrar trabajo se nos va a ver el perfil digital y puede que no coincida con el real. Hay que ser el mismo en la vida física que en la virtual”, dice. De paso, recomienda que se enseñe a los menores a desconectar, a esconderse del gran hermano. ¿La receta? “Hay que enseñar a la gente a desconectar para conectar con la gente”.
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El MoMA indaga en la fascinación por el juguete
El museo exhibe su primera muestra pensada para niños en la que se analiza la evolución del diseño infantil en el siglo XX
En el siglo XVIII Rousseau afirmó que “la infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir”. La exposición del MoMA, El siglo de los niños, creciendo con el diseño,1900-2000,
analiza cómo el diseño infantil del último siglo ha influido en esas
maneras de ver, pensar y sentir de los menores y en su desarrollo
físico, intelectual y emocional. A través de 500 piezas, la primera
exhibición que el museo de arte moderno de Nueva York dedica
exclusivamente a los menores muestra cómo la preocupación por los niños y
la infancia se ha convertido en un paradigma para los profesionales del
diseño.
A través de 500 piezas se muestra cómo la
preocupación por los niños y la infancia se ha convertido en un
paradigma para los profesionales del diseño
“Hasta ahora se había abordado el tema del
diseño infantil de manera fragmentaria, juguetes, ropa... Nosotros hemos
querido abarcar todos los ámbitos. En la exposición hay material
escolar, juguetes, pósters, mobiliario, objetos de hospitales, material
audiovisual que hemos recopilado gracias a la colaboración otros museos y
de entidades y coleccionistas privados de todo el mundo, además de las
piezas que ya teníamos en el MoMA”, explica a EL PAÍS Aidan O’Connor,
comisaria de la exhibición junto con Juliet Kinchin. La exhibición, que
se inauguró el 26 de julio y permanecerá abierta al público hasta el 5
de noviembre, está dividida en siete secciones que evidencian cómo el
desarrollo del diseño infantil a lo largo del siglo XX está
indisolublemente unido a la evolución de las preocupaciones sociales por
la educación de los menores.
El comienzo de la exposición, centrada en la
primera década del siglo pasado, muestra cómo los objetos están
enfocados al desarrollo espacial de los niños, fruto de la amalgama de
movimientos artísticos de finales del XIX (Art Nouveau, Art and Craft...).
“Tras la Primera Guerra Mundial la visión de la infancia cambia
radicalmente y se centra en estimular la imaginación y la creatividad
del menor. Un ejemplo es el panel titulado The bad kid, de Antonio Rubino en el que se ve a un niño rodeado de monstruos y seres extraordinario”, explica O’Connor.
Pero la exhibición no plasma únicamente la cara
amable de la infancia. El espacio que aborda la década de los 30 refleja
cómo el ideario totalitario utilizaba el diseño para modelar a los
niños nacidos bajo regímenes fascistas. Un buen ejemplo es un juego de
madera hecho en Italia por Richard Ginori que, a primera vista, parece
un inocente puzzle hasta que se repara en que varias piezas
representan tanques, cascos de guerra y demás parafernalia militar.
“Para nosotros era vital mantener un equilibrio y no centrarnos
únicamente en la vertiente agradable y desenfadada del diseño infantil”,
puntualiza O'Connor.
Entre las joyas de la exposición la comisaria
destaca una silla de niño de 1902 diseñada por Eugene Drummond, un
arquitecto discípulo de Frank Lloyd Wright y una fotografía de Sputnik,
una escultura para niños de 1959 creada por el artista checo Zdenek
Nemecek. “Lo que más me sorprendió fue encontrar en el MacBa de
Barcelona una grabación sobre una exposición de 1968 en un museo de
Dinamarca que permitía a los niños pasear y disfrutar libremente. La
cinta la proyectamos en una de las paredes del museo”, indica O’Connor.
Aunque se trata de la primera exposición que el
MoMA organiza dedicada exclusivamente a los niños, el público adulto
también disfruta con ella, asegura O’ Connor. “Reconocen en los objetos
los juguetes con los que jugaron de pequeños y rememoran momentos de su
propia infancia, porque todos hemos tenido una infancia y la recordamos
de manera muy personal”, explica. En un guiño a ese niño que todos
llevamos dentro, el noruego Peter Opsvik ha diseñado en exclusiva
modelos gigantes de su silla Tripp Trapp, que es la que la
cafetería del museo tiene para los niños pequeños, para que se sienten
los padres y experimenten la misma sensación que tienen sus hijos cuando
se sientan a la mesa con ellos.
El siglo de los niños a través del diseño
Silla alta de bebé (1902). Una de las joyas de la exposición del MoMA diseñada por el arquitecto WIlliam Eugene Drumond. (MoMA)
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