jueves, 17 de abril de 2008

Alberto Collantes: LOS GENEROSOS HÉROES ANÓNIMOS 04-08


LOS GENEROSOS HÉROES ANÓNIMOS


                                                                                                            “Y van roncas las mujeres,
                                                                                                             y el grito de guerra zumba,
                                                                                                             y el negro cañón retumba,
                                                                                                             y al suelo le falta tierra
                                                                                                             para cubrir tanta tumba.
                                                                                                            Mártires de la lealtad,
                                                                                                            que de la cuna al arrullo
                                                                                                            fuisteis de la Patria orgullo
                                                                                                            y honra de la libertad.
                                                                                                            Dormid, bravos, descansad.”

El largo poema de Bernardo López, tan usado y tan manoseado durante el franquismo, sirve para que inicie mi corta contribución al doble centenario del Dos de Mayo.
Al hilo del poema, debo recordar que, durante los ominosos 40 años de la posguerra, se empleó muy a menudo la Guerra de la Independencia para arremeter contra el francés, contra el gabacho. La razón era convencer a los españoles de que todo lo que viniera de más allá del Pirineo era intrínsecamente malo, pero lo cierto es que hacia Francia habían tenido que huir decenas de miles de compatriotas, y por eso se abusaba de la Guerra de la Independencia para denigrar a Francia.
Pero no es el motivo de esta modesta lectura hablar de la posguerra española. Pero sí debo recordar que, si se me permite decirlo, los vientos de modernidad en la Península Ibérica siempre han venido desde Francia, como resultado de la Revolución Francesa. Y es preocupante que la nación impulsora de la modernidad, de la libertad, de la legalidad y de la igualdad ande, aquí y ahora, en esta Europa unida, tan apagada de impulsos innovadores.

Cuando entraron los franceses en España a principios de 1808, nuestro país estaba atrasado y había sufrido un frenazo económico porque el hijo de uno de los mejores reyes que ha tenido este país, Carlos III, era un incapaz que dejaba en manos de un valido. Como dice Mesonero Romanos: “El Consejo y Cámara de Castilla y su Sala de Alcaldes de casa y corte, eran omnipotentes e inevitables en todos los actos de la vida pública y privada, desde la sucesión del trono, hasta el ejercicio de la pesca, o de la caza con hurones; desde los bandos de buen gobierno para el orden político de la población hasta la tasa del pan y del tocino; desde el pase de las bulas pontificias, hasta la censura de una novela o de un tomo de poesías; desde las causas de alta traición y lesa majestad, hasta los matrimonios contra la autoridad paterna y los amancebamientos privados; desde los pleitos de tenuta, hasta los amparos y moratorias; desde la provisión para las altas autoridades de la Iglesia y de los magistrados, hasta el examen de los escribanos y alguaciles; (…) desde la decisión de los litigios más graves, hasta el permiso para una feria o para una corrida de toros por cédula real”.
Para situar un poco más el ambiente, afirma José María Blanco White: “Mientras los franceses venían camino de Madrid, se había imaginado la posibilidad de una violenta liberación de las cadenas con que la religión tenía atado al pueblo, y, aunque ahora aborrecía decididamente la conducta de éstos, no se decidía a escapar de las bayonetas francesas, que parecía temer menos que el fanatismo español”.

Lo del nieto, Fernando VII, fue todavía peor, mucho peor. El príncipe tan amado por el pueblo, Fernando el Deseado, en su aclamada y vitoreada entrada en Madrid, el 13 de mayo de 1814, mostraba un rostro hierático, inexpresivo y bobalicón. Como todos sabemos, su decreto del día 4 en Valencia abolía la Constitución y las Cortes. Después vendría el cadalso para el coronel Riego, ahorcado en la plaza de la Cebada el 7 de noviembre de 1823; la captura y traslado de Juan Martín el Empecinado –¡el general que había expulsado definitivamente de Madrid a los franceses el 28 de mayo de 1813 metido ahora dentro de una jaula!–, y, por fin, la entrada del duque de Angulema y sus Cien Mil Hijos de San Luis en España. Esta vez también desde Francia, pero ahora para apoyar la repugnante, intolerante y retrógrada frase de: “Vivan las caenas”. Un rey que, como sabemos, acuñó la frase de: “Hay que desterrar del pueblo la funesta manía de pensar”.
Quizá nuestro actual rey aprendió de los errores y desprecios a sus ciudadanos del bisabuelo de su abuelo, y por eso, quizá por eso, hizo lo contrario de lo que deshizo su antepasado y antecesor, que de deseado pasó a ser, seguramente, el rey más indeseable que se ha sentado en el trono de España.
Con anterioridad, en el monumento literario que son los ‘Episodios Nacionales’, Benito Pérez Galdós nos narra, a través de su omnipresente Gabriel Araceli, la entrada de Murat en Madrid, que en seguida pisoteó la palabra dada sobre su espíritu pacificador. Sólo voy a hablar de dos personajes de don Benito, La Primorosa (que podría ser Clara del Rey) y Pacorro Chinitas. La Primorosa le dice a un Gabriel dubitativo con el fusil entre las manos: –¿Pa qué está aquí esta lombriz? –dijo La Primorosa encarándose conmigo y dándome en el hombro una fuerte manotada–. Descosío: coge ese fusil con más garbo. ¿Tienes en la mano un cirio de procesión?
Y Pacorro Chinitas, presagiando el final, un poco antes de que Daoiz respondiera a los términos amenazadores y groseros del oficial francés con la célebre frase? “Si fuerais capaz de hablar con vuestro sable, no me trataríais así”, le dice a Gabriel:
Adiós, Madrid, ya me encandilo… Gabriel, apunta a la cabeza. Juancho, que ya estás tieso, allá voy yo también: Dios sea conmigo y me perdone. Nos quitan el parque; pero de cada gota de esta sangre saldrá un hombre con su fusil, hoy, mañana, y al otro día. Gabriel, no cargues tan fuerte que revienta. Ponte más adentro. Si no tienes navaja, búscala, porque vendrán a la bayoneta. Toma la mía. Allí está, junto a la pierna que perdí. ¡Ay!, ya no veo más que un cielo negro. ¡Qué humo tan negro! ¿De dónde viene ese humo? Gabriel, cuando esto se acabe, ¿me darás un poco de agua? ¡Qué ruido tan atroz!... ¿Por qué no traen agua? ¡Señor, dios topoderoso! ¡Ah!, ya veo el agua; ahí está. La traen unos angelitos; es un chorro, una fuente, un río…”
Galdós narrará después cómo, en la batalla de los Arapiles, desarrollada a mediados del enorme calor de agosto de 1812, los combatientes, exhaustos y sedientos, reclamaban agua, y un oficial les dijo la memorable frase? “¡Aquí sólo beben los cañones!”.

Y, sin embargo, José Bonaparte intentó ser un buen rey, pese a estar impuesto por la fuerza de las armas de un ejército de ocupación, algo que el pueblo llano no toleraba. El conde de Toreno cita una anécdota de ese espíritu hostil, oída de boca de su protagonista, Carlos Gutiérrez de la Torre, hijo de siete años de Dámaso, corregidor de Madrid. Éste llevó a su hijo, para halagar al rey José, vestido con el uniforme de su guardia. El rey, complacido, preguntó al niño en su español italianizado: “Oh, bello niño, ¿para qué tenéis qüeste sable?”. “Para matar franceses”, le respondió el ingenuo niño.
Porque fue Pepe Botella, el Rey Plazuelas, el Tuerto, quien acometió el saneamiento y extensión de la plaza de Oriente, la construcción del puente de Segovia, el salón de las futuras Cortes, el ensanche de la calle del Arenal y de la Puerta del Sol, el edificio de la Bolsa de Comercio. Claro que, para erigir el edificio de las Cortes, tuvieron que derribar la iglesia de San Francisco, en un Madrid que tenía 70 iglesias, y esa modernidad, esos vientos renovadores, no eran del gusto del clero. A su gobierno le cupo la gloria de haber hecho efectiva una mejora local mandada ya, aunque infructuosamente, desde el reinado de Carlos III, que fue el establecimiento de los cementerios extramuros de Madrid.
Siguiendo, una vez más, a Mesonero Romanos: “Vino un día terrible, el 2 de mayo de 1808, en que este pueblo se alzó heroico contra el osado conquistador de Europa. Aquel memorable día recibió la Puerta del Sol su bautismo de sangre. Vióse en él la desigual lucha de los vecinos de Madrid, indefensos, arrojados y temerarios, con el cuerpo de caballería francesa denominado los Mamelucos, por el traje oriental que vestían; vióse allí a los chisperos de Barquillo y Maravillas, a las manolas de Lavapiés, acometer cuerpo a cuerpo, armados de sus navajas, a las formidables falanges vencedoras en las Pirámides y en Austerlitz; vióseles introducirse entre las piernas de los caballos, abalanzarse sobre sus jinetes, con sus navajas y estoques, terciadas las capas y la mantilla. Extinguida la luz de tan sangriento día, oyese en aquel sitio mismo el terrible estampido del plomo vengador y el angustioso ¡ay! de las víctimas moribundas, inmoladas por el francés en el patio del Buen Suceso”.
A Mustafá, el bravo jefe de los mercenarios egipcios, el mismo que en la batalla de Austerlitz estuvo a punto de alcanzar al gran duque Constantino de Rusia, le descentraron el caballo con una navaja, y, en el cruce de Carretas con la Puerta del Sol, cayó al suelo, y ahí le mataron, con el expeditivo procedimiento de clavarle una navaja en el hueco dejado por la coraza entre el cuello y la tetilla izquierda.
Ralph Waldo Emerson, filósofo norteamericano, dice que el coraje cambia la visión de todo.

Para acabar mi modesta contribución a las palabras de mi entrañable amigo Juan Amezcua, que seguro que responderá mejor que yo a las expectativas de los asistentes, cito las dos cartas, tan diametralmente opuestas, dictadas por el miserable jefe de los héroes Daoiz, Velarde y Ruiz.
Media hora más tarde, en su despacho de la Junta Superior de Artillería y apenas informado de la muerte de Luis Daoiz, el coronel Navarro Falcón, jefe superior de Artillería de Madrid, dicta a un amanuense el parte justificativo que dirige al capitán general de Madrid, para que éste lo haga llegar a la Junta de Gobierno y a las autoridades francesas: ‘Estoy bien persuadido, Sr. Excmo., de que lejos de contribuir ninguno de los oficiales del Cuerpo al hecho ocurrido, ha sido para todos un motivo del mayor disgusto el que el alucinamiento y preocupación particular de los capitanes D. Pedro Velarde y D. Luis Daoiz sea capaz de hacer formar un equivocado concepto trascendental de todos los demás oficiales, que no han tenido siquiera la más mínima idea de que aquellos pudieran obrar contra lo constantemente prevenido’.”
El tono de este oficio contrasta con otros que escribirá en los días siguientes. El último de tales documentos, firmado por Navarro Falcón en Sevilla en abril de 1814, terminada la guerra, concluirá con estas palabras:
El 2 de mayo de 1808 los referidos héroes Daoiz y Velarde adquirieron la gloria que inmortalizara sus nombres y ha dado tanto honor a sus familias y a la nación entera’. Las dos contradictorias misivas están recogidas en ‘Un día de cólera’, de Arturo Pérez-Reverte, donde afirma el autor: “Un día basta para sublevar a un pueblo”.

Así se cumplía, una vez más a lo largo de la Historia, la máxima de que la Revolución devora a sus hijos. Y se comprueba que al carro de los vencedores siempre se suben los cobardes.
Porque, en el levantamiento del 2 de mayo de 1808, no murió ni un solo aristócrata, ni un solo jefe militar de comandante para arriba, ningún noble, ningún obispo, ningún cardenal. Sólo murieron las manolas, las meretrices, los carboneros, los cuchilleros, los muleros, los panaderos, los carreteros, las costureras, los mendigos, los aprendices. El pueblo llano.
Todos ellos demostraron su nobleza su generoso y solidario comportamiento, aunque la mayoría fueran analfabetos. Ellos sí que eran nobles, muchos más nobles que todos los que les vieron morir desde las terrazas de sus balcones. Si se me permite el exabrupto, con los huevos bien calientes. Mientras los generosos héroes anónimos les daban una lección durante las jornadas del 2 y del 3 de mayo, en el inicio de la Guerra de la Independencia.

17 de abril de 2008

miércoles, 9 de abril de 2008

VAN DRELL - (Juan Maria Vendrell)



              GRUPO LITERARIO ENCUENTROS

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VAN DRELL - (Juan Maria Vendrell)

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Artista: Van Drell - ExpoArt-e.com



VANDRELL. METAMORFOSIS. Inaguración exposición: 19 de Enero de 2007
Van Drell es uno de los artistas más peculiares que podamos contemplar hoy día. Su obra baraja todas las posibilidades de la fantasía, en ocasiones, incluso, desborda ésta creando una novedosa dimensión donde reinan sus personajes metamorfoseados y la única norma de ley es la imaginación. Su surrealismo hace que su pintura sea paradójicamente distante y atrayente. Distante porque narra y plasma escenas oníricas, de pura esencia, que en ocasiones rechazamos por no atrevernos con ellas. Arráyenles dado que, aunque sea inconscientemente, nos sentimos magnetizados por rescoldos de nuestro ser más íntimo que se niega a hacer suya los mandamientos cartesianos y precisa de la válvula de oxígeno que Van Drell nos propone. Todo ello realizado con esmerada técnica y buenas maneras, lo que hace de su pintura una cita brillante.
M.R.D.

La obra de Van Drell es una obra de metamorfosis, de cambio. Quizá de mascarada, de juego. Alguna vez le hemos visto referencias a los sueños imposibles de una Venecia disfrazada, o amputar la amorosa seducción de una mujer-jarrón. El espejo se rompe y, paradójicamente, nos abre las puertas nacía todo aquello que no puede ser. Van Drell encuentra los símbolos, la realidad tras la realidad. ¿Qué son esas brechas que nos muestran espejismos como un tesoro abarcable tan sólo en otra dimensión? ¿Cuál es esa dimensión? Van Drt'll nos dice que somos nosotros mismos. Nos fuerza al sueño a fuerza de presentarnos, envuelta en tonos de pedrería lujuriosa de cuentos fantásticos, anhelos enmarcados en un estallido de generosidad que está a punto de cerrarse. El sueño es nuestro, pero es nuestro, únicamente, ahora.
María Elena Morato. Crítica de arte








SU MUERTE, un aciago 9 de Abril de 2008, TAL Y COMO FUE PERCIBIDA EN LA PRENSA
 - TRES CANTOS -
Trabajaron por crear cultura en Tres Cantos:
- Juan María Vendrell Sanromá "Van Drell". Genial pintor, todo un dinamizador de la cultura de una ciudad que nacía.

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JUAN MARÍA VENDRELL SANROMÁ
Falleció el pasado 9 de abril
14/04/2008. La muerte del pintor Juan María Vendrell Sanromá, ‘Van Drell’, deja la cultura tricantina huérfana de su artista más destacado. Su pintura imaginativa, colorista y radicalmente original deja

Jueves, 12 de Junio de 2008 Diario on-line del Norte de la Comunidad de Madrid
Tres Cantos
JUAN MARÍA VENDRELL SANROMÁ
Falleció el pasado 9 de abril
La muerte del pintor Juan María Vendrell Sanromá, ‘Van Drell’, deja la cultura tricantina huérfana de su artista más destacado. Su pintura imaginativa, colorista y radicalmente original deja, junto a su gran implicación en la vida cultural local, una huella tan indeleble como su firme compromiso con el PSOE de Tres Cantos, al que honró el año pasado figurando a título simbólico como último candidato de su lista electoral
El “pintor de sueños, colores y mitos” Juan María Vendrell Sanromá, conocido artística y popularmente por su seudónimo Van Drell, falleció el pasado 9 de abril a los 86 años tras completar un rico y fantástico viaje personal teñido siempre de sensibilidad, de fantasía y de compromiso con los demás. Inquieto y apasionado, vitalista y curioso, Van Drell supo labrarse el cariño y el reconocimiento de los tricantinos hasta el punto de convertirse acaso en su vecino más ilustre a base de estimular el ambiente cultural local, mostrarse siempre accesible a sus conciudadanos y, con su pintura, de alguna manera alumbrar el nacimiento de Tres Cantos e iluminar su primera infancia.
El brillante legado de Van Drell, que llegó a ser visto por muchos como una especie de ‘abuelo entrañable de Tres Cantos’, abarca no sólo una personalidad y un corpus artístico de primer nivel, sino también el impulso entusiasta a iniciativas culturales de ámbito local, el cultivo de un peculiar espíritu cívico que irradiaba a quienes le trataron y su compromiso con los ideales progresistas, que le llevó a colaborar con Juventudes Socialistas y con el PSOE de Tres Cantos. Como militante de la Agrupación Socialista de Tres Cantos aportó muchas veces su dinamismo, su imaginación y su alegría, y tuvo la deferencia y la honradez de aceptar su inclusión, de cara a las elecciones municipales del año pasado, en la lista electoral del PSOE que encabezó Miguel Aguado, aunque su natural sentido de la modestia le hizo aparecer como último candidato, cerrando la lista.
Este tricantino nacido en Barcelona en 1921 viajó siempre mucho, tanto en el sentido literal como en el artístico. Además de en Barcelona y Tres Cantos, inicio y conclusión de su azarosa y prolífica vida, Van Drell residió sucesivamente en Toulouse, en Sevilla, en El Aaiún (entonces Sáhara Occidental Español), en Madrid y en Alcalá la Real (Jaén), con residencias intercaladas en Barcelona. A finales de 1982 se mudó al sector Descubridores de Tres Cantos, entonces dependiente de Colmenar Viejo. A partir de entonces, Tres Cantos sería ya para siempre su hogar, y a animar su escena artística y social dedicaría sus esfuerzos en adelante.
Porque Van Drell se fue implicando más y más en la ciudad. En 1993 fue designado pregonero de las fiestas locales y jurado de un primer (y único) certamen de cuentos; en 1999 fue galardonado con el Premio Delta, homenajeado por la Asociación Aires de Asturias, y nombrado socio protector de la Casa de Castilla y León en Tres Cantos. En 2000, expone su obra por primera vez en Tres Cantos, cosa que volvería a hacer en diciembre de 2001, con una muestra antológica que se cuelga en la sala de exposiciones temporales de la Casa de la Cultura que desde entonces se llama oficialmente Sala Van Drell. Aún habría de exponer de nuevo este mismo año una última vez, el pasado mes de marzo, coincidiendo en el tiempo con la celebración de las elecciones generales del 9-M, en las que contra el parecer de su familia se empeñó en votar asistiendo en persona al colegio Julio Pinto. Necesitado de dos personas para caminar, con apariencia frágil y desmejorada, casi ciego y con problemas para respirar, Van Drell tuvo el coraje de hacer, por puro compromiso un esfuerzo agotador para él y que fácilmente podría haberse evitado.
Surrealista heterodoxo
Naturalmente, el alcance de la obra de Van Drell trasciende ampliamente lo local. Expuso reiteradamente en galerías y salas de Madrid y Barcelona, pero llevó su arte tanto a plazas de menor eco mediático (Colmenar Viejo, Castellón, Jaén, Coria del Río, Motril, Villacarrillo, Sant Celoni) como a foros de gran prestigio internacional (Nueva York, San Francisco, Miami, Francfort, París). El colorido, el detalle y la fantasía caracterizaron siempre sus pinturas, cuya notable evolución artística se mantuvo siempre fiel a la originalidad y la sorpresa, en tanto que su estilo exploró los límites del surrealismo hasta llegar a fundirlo o confundirlo con otras sensibilidades que también le sedujeron, como el realismo, el expresionismo y la abstracción.
Los socialistas tricantinos subrayan su admiración y su reconocimiento hacia un artista genial y un compañero no menos genial. El PSOE de Tres Cantos se honra de haber contado con su militancia, su creatividad y su empuje, y lamenta profundamente una pérdida inmensa para la ciudad. Como despedida a este irrepetible tricantino catalán, valga el resumen que él mismo dijo sobre sí: “Pintar es trovar, empleando pigmentos y materia plástica en lugar de frases y palabras. (...) El arte de la pintura no es más que un lenguaje esotérico, un lenguaje misterioso, a veces difícil de entender. Un lenguaje que hay que escuchar con los ojos, en el que hay que captar sus matices y sus armonías, mirando con el corazón para comprenderlo”. Descanse en paz Van Drell, el soñador que iluminó con su talento el nacimiento de Tres Cantos.

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SOCIALISTAS DE TRES CANTOS


http://www.trescantos.es/Noticias_preliminar.php?rec=&pageno=11
Tres Cantos pierde en el último mes a tres de sus artistas más reconocidos,14-04-2008 
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Tres Cantos pierde en el último mes a tres de sus artistas más reconocidos
Han fallecido recientemente, Juan Gutiérrez Montiel, Juan María Vendrell y Pedro Navares
Desde el Ayuntamiento se quiere hacer llegar el más sentido pésame a familiares y amigos
10 de abril de 2008; En las últimas tres semanas, Tres Cantos, ha sufrido la pérdida de tres de sus figuras más reconocidas en el mundo de la cultura. Juan Gutiérrez Montiel, Pedro Navares y, más recientemente, Juan María Vendrell.
Pintores de indiscutible calidad artística, los tres tuvieron una relación intensa con nuestro municipio, en el que vivieron y elaboraron parte de su inmensa obra.
Desde el Ayuntamiento se quiere trasladar el profundo pesar por estas tres pérdidas, trasladando a sus familias y allegados el más sincero pésame, además de un profundo reconocimiento por sus trayectorias artísticas. Ellos se han ido, pero nos han dejado sus legados en forma de numerosas obras de gran calidad pictórica. Queremos recordarlos de una manera especial en estas líneas, con una frase dedicada a cada uno de ellos con gran cariño.
-Gutiérrez Montiel: poeta de la pintura y de la dulce tristeza.
- Pedro Navares: creador de la indisoluble fragmentación.
- Vendrell: pintor de sueños, colores y mitos
Cultura Diario on-line del Norte de la Comunidad de Madrid
HOMENAJE A GUTIÉRREZ MONTIEL, NAVARES Y VAN DRELL
Tres pintores recientemente fallecidos
El Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso de Colmenar Viejo (C/ Iglesia, 12), acogerá, desde el 8 de mayo y hasta el próximo 23 de mayo, una exposición conjunta de homenaje a los pintores recientemente fallecidos Gutiérrez Montiel, Pedro Navares y  Juan María Van Drell, tres artistas ligados a Colmenar Viejo no sólo por sus trabajos (la Colección de Arte del Ayuntamiento colmenareño cuenta con obras de los tres autores) sino también por su colaboración en el montaje de diversas muestras a lo largo de los últimos años.
La muestra ha sido organizada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Colmenar Viejo, en colaboración con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Tres Cantos, la Galería Trueno, los familiares de los artistas y particulares, que han cedido algunas obras expresamente para la exposición.

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El Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Colmenar Viejo, Jorge García, ha explicado que el principal objetivo de esta exposición es “recordar a tres grandes y queridos hombres y artistas que han dejado un importante legado cultural y con los que el Ayuntamiento de Colmenar Viejo ha mantenido una relación duradera no sólo por sus obras sino también por su participación en diversas actividades culturales”.
Gutiérrez Montiel falleció a primeros del pasado mes de abril a los 74 años a causa de una enfermedad pulmonar crónica. Originario de Jerez de la Frontera, son especialmente significativas sus obras de expresionismo figurativo.
Por su parte, los aficionados al arte recordarán a Pedro Navares por su puntillismo, la técnica con la que ha inmortalizado paisajes, personas y edificios.
Juan María Van Drell, por último, es para muchos el pintor del color, los sueños y la fantasía, tres elementos que definen las obras de este artista muy cercano a los vecinos de Tres Cantos y de Colmenar Viejo.

La inauguración de la exposición tendrá lugar a las 19:30 h, en el Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso (C/ Iglesia, 12). El horario de visitas es de lunes a viernes de 10:00 h a 14:00 h y de 17:00 h a 21:00 h.

jueves 10 de abril de 2008

Van Drell
Tengo su cara grabada en mi mente, su mirada abstraída y curiosa, como queriendo desentrañar el misterio de la vida, acompañada por una media sonrisa amigable, casi como de sorpresa continua. Recuerdo su sabiduría en cada palabra, y la sensación de sentirme afortunada cuando hablaba con él.
La noticia, a pesar de saber que ocurriría pronto, por su edad y por su frágil pero duro corazón, fue un mazazo, sobretodo para mis padres. Cuando colgué el teléfono lloré, y mi mirada perdida a través de la ventana atravesaba la noche y sólo veía su cara, la cara de Juan. Ayer quería que mi dolor arropara a Angelita. Quería que me doliera más para arroparla todo lo que pudiera, para que no se sintiera desamparada. Sé que no va a ser así porque tiene mucha familia y nos tiene a nosotros también.
En casa de mis padres hay varios cuadros de Juan, cuadros que para mí supusieron un descubrimiento, y sobretodo, la suerte de poder disfrutar con ellos. Y por suerte, siempre va a estar con nosotros.
Van Drell murió ayer. Y con él, se fue un poquito de nosotros también.
  • Duende dijo... La muerte siempre gana...salu2
  • Mariano Zurdo dijo... Por suerte estas personas dejan huellas en forma de arte que hacen que podamos apoyarnos en ellas para que los recuerdos no se pierdan.Un besazo enorme y muchos ánimos.