martes, 20 de diciembre de 2011

'Gargantúa y Pantagruel'. Rabelais


Gargantúa y Pantagruel, serie de cuatro o cinco libros:
  • Pantagruel (1532)
  • La obra Gargantua (1534)
  • El tercer libro (1546)
  • El cuarto libro (1552)
  • El quinto libro (Su pertenencia a Rabelais es materia de discusión)
  • Tratado del buen uso del vino (1564)


Pantagruel par Gustave Doré.

Les pélerins mangés en salade - Illustration de Gustave Doré, 1873


Illustration du Quart Livre par Gustave Doré
Ese contemporáneo llamado Rabelais El País.com (España)

ANÁLISIS: UNA EDICIÓN HISTÓRICA

Ese contemporáneo llamado Rabelais

ALBERTO MANGUEL 20/12/2011
Con motivo del rescate de la obra maestra 'Gargantúa y Pantagruel', en una nueva y revolucionaria traducción, Alberto Manguel evoca desde la región de Rabelais la actualidad de uno de los espíritus más sagaces de todos los tiempos
Cada lugar tiene sus fantasmas. Más o menos eficaces, más o menos prestigiosos, los espíritus que pueblan un lugar influyen, digan lo que digan los escépticos, en nuestro comportamiento y nuestra imaginación. Yo he sentido esa sombra en casi todos los lugares en los que he vivido. Digo casi: Canadá, con su poca historia y demasiada geografía, es quizá el único país embrujado (como dice uno de sus poetas) por su falta de fantasmas. En todos los otros, en España bien se sabe, los fantasmas hablan.


Me pregunto qué escribiría el autor sobre su pobre patria en estos días
Entre sus numerosos herederos están Joyce, Céline, Cortázar o Lezama Lima
El lugar donde vivo ahora, en Francia, al sur del Loira, entre la Turena y el Poitou-Charentes, yace bajo la contundente y fantasmal presencia de François Rabelais, humanista, médico, monje primero franciscano, luego benedictino, y por fin apóstata perdonado por el Papa en 1536. Fue uno de los espíritus más sagaces, más cómicos y más avanzados de todos los tiempos, y uno de los más grandes artesanos de lengua francesa. Para oponerse al anquilosado escolasticismo de su siglo, tomó dos célebres gigantes del folclore celta, Gargantúa y su hijo Pantagruel, y les inventó extraordinarias aventuras en un estilo deslumbrante y radicalmente nuevo. Entre los numerosos herederos de Rabelais están Joyce, Céline, Lezama Lima, Cortázar.
La revolución industrial y la era electrónica han querido dar a los paisajes del Loira una flamante modernidad, pero el terco fantasma de Rabelais se ha opuesto. Un parque de diversiones dedicado a los medios audiovisuales, destellantes autopistas y trenes de alta velocidad, paquidérmicas torres nucleares que vomitan sus vapores hacia el cielo, groseras fábricas de armamentos y de productos químicos hacen alarde de presencia, pero pocos son los que creen en estos implantes, si no es como trágicos cotidianos. Lo cierto, lo arraigado, lo inamovible en esta región son: las piedras color mantequilla (el touffou como las llama Pantagruel); los torcidos árboles de los que se solía colgar a los monjes por las orejas en lugar de por el pelo, porque, como explica Gargantúa, son "tonsurados de cabeza"; las grandes abadías que recuerdan aquella famosa de Telema, fundada por el mismo Gargantúa, y cuyo lema era "Haz lo que quieras"; las tortas "hechas con buena mantequilla, buena yema de huevo, buen azafrán y buenas especias" como las que fueron devueltas por el padre de Gargantúa para ganar la paz (y tal como las vende mi panadera en la aldea vecina de Vellèches); y por supuesto el vino de Chinón, ciudad en la que el padre de Rabelais ejerció como abogado y donde Rabelais mismo nació en 1483 o 1484.
Chinón en Turena, cuenta Rabelais, es la primera ciudad del mundo, bautizada por el mismo Caín con el nombre de Cainon (o Chinón), "como después, siguiendo su ejemplo, todos los demás fundadores e instauradores de villas les han impuesto sus nombres". Es en Chinón que se halla el célebre Oráculo de la Botella, sitio mágico en el que el amigo de Pantagruel, Panurgo, oirá el imperativo "¡Trinch!", o sea, "¡Bebe!", que confirmará su destino. El traductor Gabriel Hormaechea -en la edición recién publicada por Acantilado- anota que trinch es tal vez "una llamada a la acción", un imperativo equivalente a la divisa de Telema que, junto a la orden "¡ama!" completa la de San Agustín, "¡Ama y haz lo que quieras!". Esto resume eficazmente la filosofía rabelesiana, que Hormaechea llama "una revelación dionisíaca" cristiana. Sin duda es así. Y quiero agregar que el nombre de mi aldea -Mondión- es una abreviación de Monte de Dionisio, y que sobre las ruinas de un templo romano dedicado al dios del vino fue eregida la pequeña iglesia que Rabelais pudo ver y cuyos vitrales miran hoy hacia mi jardín, detrás de cuyo muro puede verse la Torre de Marigny, otro de los nombres que Rabelais cita en obra.
He leído a Rabelais (con gran dificultad) en el original francés, en la ingeniosa y libre traducción al inglés que Thomas Urquhart y Pierre Le Motteux publicaron entre 1653 y 1694, en la versión alemana "explicada" por Horst Heintze y Rolf Muller, en la académica traducción al castellano de Eduardo Barriobero de principios del siglo pasado. En ninguna (y dada mi ignorancia del francés renacentista, ni siquiera en el original) he hallado la claridad de expresión, el desopilante humor, la notable invención, la clara inteligencia que acabo de descubrir en la traducción de Gabriel Hormaechea, publicada con un esclarecedor y erudito prefacio de Guy Demerson. La versión de Hormaechea es una pura maravilla y el lector español ya no tiene excusa alguna para desconocer la obra de Rabelais.
Leyendo a Rabelais hoy, gracias a Hormaechea, en su calidad de contemporáneo, me pregunto qué escribiría Rabelais sobre la condición de su pobre patria en estos días. La educación humanista que defendía contra "los asnos de la Sorbona" se está convirtiendo, bajo el gobierno de Nicolas Sarkozy y sus acólitos, en simple adiestramiento para siervos destinados a industriales y banqueros; la medicina higiénica que preconizaba contra los ineficaces e insalubres métodos de su época apenas resiste hoy los cortes financieros y las privatizaciones; sobre todo, la alegre inteligencia con la que batallaba contra la necedad y el obscurantismo es hoy menospreciada como improductiva. "¡Pensad menos, trabajad más!" fue hace dos años la recomendación de la entonces ministra sarkoziana Christine Lagarde. Contra tales abominaciones, ¿qué hubiese podido hacer el autor de Gargantúa?
El cómico inglés John Cleese dijo recientemente que ya le era imposible hacer filmes paródicos porque la realidad se había convertido en parodia de sí misma. Quizá también Rabelais hubiese pensado así. Sin embargo, aquello que escribió para burlarse del insensato siglo XVI pueda servir a los lectores del insensato siglo XXI. Quizá nuestra ceguera, nuestra estupidez, nuestra mezquindad no sean mayores que las de entonces, tan solo diferentes. En ese caso, las aventuras de Gargantúa y Pantagruel nos servirán para juzgar nuestra época no con estéril pesimismo, sino a carcajadas, ya que, como dice el propio Rabelais a sus lectores (de entonces y de ahora): "Más vale de risa que de lágrimas escribir, / porque reír es lo propio del hombre".
 

Ilustración de Gustave Doré inspirada en Gargantúa y Pantagruel.-



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Gargantúa y Pantagruel: Rabelais o la alegría de vivir. Lisandro OteroRebelión

Imaginen un banquete donde se consumen salchichas, sesos salchichones, lomo, solomillo, hígado, piernas de carnero, costillas de cerdo, salmones, liebres, ternera, macarrones, helados, pasteles, tortas y natillas, buñuelos y quesos. Pues es sólo un agasajo en el cual el gigante Pantagruel hace un consumo desmedido de alimentos en una reunión de “gastrólatras”. Todo ello se debe a la imaginación exuberante de François Rabelais quien imaginó, en el siglo dieciséis este universo de hipérboles que causó las carcajadas de toda una generación.
Rabelais no era un escritor de vodevil, ni un comediante sino un sacerdote. Monje benedictino, colgó los hábitos para estudiar medicina en Monpellier y ejercer su profesión en el hospital de Lyon. Tuvo mujer y procreó dos hijos. Más tarde su protector, el cardenal Jean du Bellay, obtuvo una bula papal para que pudiera reingresar en la orden benedictina.
Fue su delirante imaginación la que le impulsó a escribir cuatro novelas bajo el título común de “Gargantúa y Pantagruel” como se las conoce hoy. Usando leyendas populares e hipertrofiándolas, sirviéndose de fábulas de la época, creó esta imaginativa farsa de dos gigantes que colman todos los excesos. Su humor escatológico acuñó un adjetivo: “rabelesiano”.
La exuberancia creativa que derrochó, su colorido lenguaje, su amplio vocabulario le hicieron popular en su tiempo, aunque nunca dejó de polemizar con sus censores y contendientes. Los sabios doctores de La Sorbona fueron especialmente hostiles y lograron en dos ocasiones prohibir la circulación de sus libros y fue calificado de autor obsceno. El ideó dos calificativos para ellos: “sorbonícola” y “sorbonogro”. En mas de una ocasión estuvo en riesgo de ser declarado herético lo cual en aquella época conllevaba terribles castigos.
Pese a su amistad con Margarita de Navarra, hermana del rey, fue perseguido tras la publicación de uno de sus libros y tuvo que huir a Metz. Al final de su vida fue compensado con dos parroquias: Meudon y Jambet. Por el nivel de sus invenciones y la calidad de idioma no era un autor para las grandes mayorías sino para la aristocracia ilustrada que disfrutó con sus sarcasmos.
El primer tomo apareció con el rimbombante título de “Las grandes e inestimables crónicas del grande y enorme gigante Gargantúa”. Y la segunda de sus narraciones tuvo un nombre no menos resonante:”Los horribles y terríficos hechos y proezas del muy renombrado Pantagruel”. La maestría de su poder narrativo, la hilaridad que provocaba con situaciones grotescas, la ironía socarrona en la cual era un experto, su capacidad para crear un orbe de fantasía con palabras le hicieron un autor favorito en aquella época.
Rabelais agotó la alegría de vivir, el disfrute franco y sin barreras de las gracias de la vida terrenal. Tuvo una especial destreza para inventar términos nuevos y enriquecer el idioma francés. Se burló de las supersticiones y del oscurantismo. La otorgó más importancia a las exigencias de la vida material que a las promesas inciertas de una vida espiritual, pese a que era un sacerdote. El cuerpo humano, con sus excrecencias y solicitudes, ocupa un lugar central en su obra.
La filosofía de Gargantúa es simple: “Las horas se han hecho para el hombre y no el hombre para las horas”. Y también, siguiendo a Platón: “Las repúblicas no serán felices hasta que los reyes filosofen y los filósofos reinen”. A veces recuerda al Quijote por la aparatosidad incongruente, pero en aquel caso es un loco que sueña, en este caso es el autor quien imparte validez al orbe inventado.
“Gargantúa y Pantagruel” ha quedado como un hito de la literatura universal que contribuyó a despejar oscuridades, confusiones e ignorancias usando uno de los más poderosos recursos, la risa.
gotli2002@yahoo.com
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François Rabelais. Gargantúa y Pantagruelwww.ciberniz.com/Rabelais.htm

 EL HUMOR EN LA LITERATURA

FRANÇOIS RABELAIS
Nació en La Devinière en 1494. Ingresó en la orden franciscana donde se dedicaba al estudio del griego. En busca de un refugio más propicio para su trabajo intelectual, pasó en 1525 a la orden benidictina y viajó por el Poitou y el Périgord. En 1530 aparece inscrito en la facultad de medicina de Montpellier, pero por dificultades económicas se traslada a Lyon, donde ejerce la medicina a pesar de no tener el título.
En 1532 publica los Aforismos de Hipócrates y el primer libro de su novela humorística Pantagruel, al que le seguirá Gargantúa en 1534. Dispensado de sus votos monásticos durante diez años (1536-1546) ejerce la medicina llevando una vida aventurera. En 1537 se doctora en Montpellier y logra introducirse en la corte. En 1546 dedica a Margarita de Navarra el tercer libro de Pantagruel, que es condenado por la Sorbona por herético. Tiene que huir a Metz, dirigiéndose después a Lyon e Italia. Más tarde obtiene una prebenda eclesiástica y pasa los últimos años de su vida en París donde muere en 1553.
Personalidad
La escritura de Rabelais oscila entre el humanismo y la jocosidad mordaz, que se vale de la parodia para plantear los grandes problemas de la época. Su horror al ascetismo, a la superstición, a la rutina y a la ignorancia y su fe en la ciencia hizo que criticara a la Iglesia pidiendo una serie de reformas que le relacionan con Erasmo.
Rechazó todo dogmatismo y encontró en la razón su serenidad. Su estilo literario posee el gusto por el detalle concreto y pintoresco y sus obras son un malicioso y divertido retrato de la sociedad que vivía en esa época.
Gargantúa y Pantagruel
Se trata de una obra compuesta por cinco libros aparecidos entre 1531 y 1564, del que el último no se sabe a ciencia cierta si pertenece o no al autor.
El gigante Gargantúa, (hijo de Grandgousier y de Gargamelle) prodigiosamente voraz, pero de temperamento pacífico y bondadoso, recibe una educación que muestra las ventajas de la pedagogía racional de los humanistas sobre los métodos tradicionales de la Sorbona; en los episodios de la lucha contra el ambicioso Picrochole, se condenan las guerras de conquista y se exalta la prudencia, el pacifismo y el espíritu conciliador de Grandgousier. Finalmente, en recompensa de las hazañas llevadas a cabo durante la guerra, el compañero de Gargantúa, fray Jean de Entommeures, recibe la abadía de Thélème, donde jóvenes de ambos sexos viven en armoniosa comunidad, gozando de todos los placeres del cuerpo y del espíritu.
Pantagruel narra la vida del hijo de Gargantúa. En él se satirizan las instituciones y costumbres francesas y se parodian las novelas de aventuras con un estilo desmesurado, ya que sus personajes llegan al Atlántico y a las Antillas (descubiertas hacía poco tiempo) y finalmente viajan a la Luna. Pantagruel opone su inalterable sentido común a todos los absurdos que encuentra a su paso dando pie a una sátira continuada. La muerte del autor deja inconclusa la obra apareciendo muchos años después un Quinto y último libro de los hechos y dichos heroicos del buen Pantagruel.
Según las últimas investigaciones filológicas parece ser que la obra podría pertenecer realmente a Rabelais. Suponiendo que no fuera así hay que admitir que no desmerece en absoluto este último libro de los cuatro anteriores.
El estilo humorístico
El estilo de Rabelais mezcla la comicidad con la gravedad de las cuestiones que se tratan. Se tocan todos los temas: la guerra, el imperio, la lengua, la imprenta, la pólvora, el hambre, la sequía, el matrimonio, la ciencia, la justicia, la educación… Pero todo desde un punto de vista distorsionado que además se mezcla con situaciones grotescas que van sucediendo a lo largo de la historia.
Ésta es la base de la comicidad que impregna toda la obra, donde lo grosero es sólo un componente más de un humor genial. Rabelais hace reír con la perversión del sentido común que resulta del choque del discurso de sus personajes y de la realidad.

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FRANCES




Gargantua en audio - Partie 1 - 18

Subido por el 10/02/2011

Gargantua Partie 1/18

 

Gargantua Partie 2/18

Gargantua Partie 3/18

Gargantua Partie 4/18

Gargantua Partie 5/18

Gargantua Partie 6/18

Gargantua Partie 7/18

Gargantua Partie 8/18

Gargantua Partie 9/18

Gargantua Partie 10/18

Gargantua Partie 11/18

Gargantua Partie 12/18 hasta 18/18 pendientes

INGLES

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Completed works

  1. Rabelais, François. "Gargantua and Pantagruel" · (readers)

Works in progress

  1. Rabelais, François. "Gargantua and Pantagruel - Book II" (Open) · (readers)
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Gargantua and Pantagruel, Book I

by François Rabelais
The Life of Gargantua and of Pantagruel (in French, La vie de Gargantua et de Pantagruel) is a connected series of five novels written in the 16th century by François Rabelais. It is the story of two giants, a father (Gargantua) and his son (Pantagruel) and their adventures, written in an amusing, extravagant, satirical vein. There is much crudity and scatological humor as well as a large amount of violence. Long lists of vulgar insults fill several chapters.(Summary by Wikipedia)
mp3 and ogg files 
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Gutenberg e-text

Gargantua and Pantagruel, Illustrated, Book 1 por François Rabelais HTML

MASTER FRANCIS RABELAIS

FIVE BOOKS OF THE LIVES, HEROIC DEEDS AND SAYINGS OF GARGANTUA AND HIS SON PANTAGRUEL

BOOK I.

 

 

Translated into English by  Sir Thomas Urquhart of Cromarty and Peter Antony Motteux

 

 CONTENTS.

 




















 

 

 

 

 

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