Germán Sánchez Ruipérez - Wikipedia
Germán Sánchez Ruipérez (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca, 12 de septiembre de 1926 - República Dominicana, 12 de febrero de 2012) fue un empresario del mundo de la edición y persona destacada en el
mecenazgo cultural de España con la fundación que lleva su nombre.
Biografía
Hijo de una maestra y un librero, se trasladó con su familia a Salamanca terminada la Guerra Civil y en 1942 se incorporó al negocio familiar de la librería. Se casa en 1953 con Ofelia Grande y por esa época viaja a Londres, donde conoce a Sir Stanley Unwin, quién será fundamental para su formación para el negocio editorial.En 1958 funda Ediciones Anaya S.A., con sede en Salamanca, que se orienta a la edición de libros educativos y de texto. Amigo del filólogo Fernando Lázaro Carreter, los manuales de literatura española que este compone para su editorial y su experto asesoramiento convierten a la editorial en una de las grandes de España. Posteriormente extiende su actividad a otras empresas editoriales creando algunas de las más importantes, como Cátedra, Pirámide, Barcanova, Algaida, Anaya Multimedia o Anaya Interactiva, y adquiere otras, como Tecnos, Bibliograf, Credsa, Alianza Editorial (uno de sus grandes éxitos profesionales) y Ediciones del Prado. De la suma de todas ellas nace el Grupo Anaya SA. En este largo proceso contó con colaboradores como Antonio Basanta y Felicidad Orquín. Una de sus preocupaciones fue el desarrollo de la cultura del libro infantil y creó varios premios al fomento de la lectura y a la excelencia profesional de profesores o escritores. Además inició una expansión por el continente americano, creando editoriales independientes junto a distintos socios locales.
En 1981 creó la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, con sedes en Madrid, Peñaranda de Bracamonte y Salamanca, dedicada a la formación de profesionales del sector editorial y al fomento de la lectura, e impulsó la creación de la Casa del Lector en Madrid. En 1990 fundó un periódico, El Sol, que duró dos años, y desde sus páginas fomentó la cultura publicando una colección económica de grandes autores de la literatura universal que se vendía conjuntamente con cada ejemplar. En los últimos años fue despojándose de los distintos sellos que adquirió, incluido Alianza, y vendió el sello fundacional, para quedarse tan solo al frente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, cuyo único objetivo sigue siendo la difusión de la lectura.
Murió tras dos días hospitalizado en República Dominicana. Su sobrina nieta, Ofelia Grande, es la directora de Editorial Siruela, editorial que combina las dos vocaciones de Germán, la literatura de adultos y un buen catálogo de literatura infantil.
Distinciones
Fue miembro de patronatos de distintas entidades culturales y ha sido distinguido con importantes condecoraciones, como la Encomienda con Placa de Alfonso X El Sabio, Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica, Medalla de Oro de la Ciudad de Salamanca, Medalla de Oro de la Cámara de Comercio e Industria de Salamanca, Distinción del Mercy College de Nueva York y el nombramiento como Caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia. Doctor Honoris causa por la Universidad de Salamanca en 2010.Enlaces externos
Referencias
- ↑ Muere el editor Germán Sánchez Ruipérez El País, 12 de febrero de 2012 (consultado el 12 de febrero de 2012).
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Libre para ser feliz
Winston Manrique
Madrid
12 FEB 2012
Setenta años vinculado al mundo de la cultura y del libro en España, cumplía este 2012 Germán Sánchez Ruipérez, fallecido esta madrugada en República Dominicana. Era uno de los más importantes editores y mecenas culturales y creó más de 150 empresas. Fallecido a los 85 años, nació el 12 de septiembre de 1926 en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), y entre sus grandes aportaciones se encuentran la creación del Grupo Anaya con varias editoriales independientes; y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, encargada de la divulgación, el fomento y el estudio de la lectura. Su último proyecto fue la Casa del Lector, prevista su inauguración en Madrid este año.
Una labor que llevó a que la Asociación Española de Fundaciones dijera en 2006 que Germán Sánchez Ruipérez era "ejemplo de mecenas cultural de nuestro tiempo". Resuenan hoy, también, las palabras de Fernando Lázaro Carreter: "Nada ha escapado al designio de Germán Sánchez Ruipérez de mediar entre el público y la cultura en su sentido más amplio". Y las de hace dos años de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y exdirector de la RAE: "No es momento de recordar todos los pasos. Sí de decir que cuando se desprendió del negocio editorial no terminó la vida de este hombre realista soñador. Llevaba tiempo gestando en su mente el proyecto de la fundación y la soñó tan grande y activa que un día llegó a decir: ‘Anaya será una anécdota en mi vida’. Camino va de ello".
La historia de Sánchez Ruipérez se encaminó hacia el mundo de la cultura y el libro una vez finalizada la Guerra Civil. Su familia se trasladó a Salamanca, donde compraron la librería Cervantes. Pronto, en 1942, Germán Sánchez se incorpora al negocio familiar, abandonando sus estudios de bachillerato para vincularse a la librería que llegaría a ser una de las más importantes de España. En 1953 se casa con Ofelia Grande Rodríguez. En uno de sus viajes a Londres conoce a la persona de la cual aprenderá las claves del negocio editorial: sir Stanley Unwin, considerado decano de los editores.
Cinco años después funda Ediciones Anaya, en Salamanca. Al comienzo se centró en la edición de libros educativos y de texto, contribuyendo a la renovación de este segmento del negocio editorial y alcanzando muy rápidamente una posición de vanguardia en este sector. Más adelante, aprovecha la estructura de Anaya para dar forma a otras empresas editoriales, creando unas: Cátedra, Pirámide, Barcanova, Algaida, Anaya Multimedia, Anaya Interactiva, etc...; y adquiriendo y potenciando otras: Tecnos, Bibliograf, Credsa, Alianza, Ediciones del Prado...
A finales de los años setenta nace Grupo Anaya bajo una estructura de holding con diversas editoriales y empieza a ampliar sus empresas al continente latinoamericano con empresas independientes del sector español.
Es en 1981 cuando crea la fundación que lleva su nombre, dedicada al fomento y divulgación de la cultura con énfasis en el mundo del libro y la lectura. Hoy existen tres sedes con diferentes propósitos o misiones: Madrid, Salamanca y Peñaranda de Bracamonte. La primera centra sus actividades en el fomento de la lectura y múltiples actividades culturales; la de Salamanca gira en torno al mundo de la literatura infantil y juvenil, investigando en hábitos y estrategias para fomentar la lectura desde los primeros años; y la de Peñaranda de Bracamonte mira hacia el inmediato futuro a través del Centro de Investigaciones Tecnológicas Avanzadas (CITA), que trabaja en el desarrollo de tecnologías para la sociedad.
Su último proyecto fue la Casa del Lector, en el complejo cultura Matadero, de Madrid, prevista su inauguración este año, aunque ya ha empezado sus actividades en otros escenarios culturales. Dirigida por el escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina, la Casa del Lector se dedicará a investigar las múltiples formas de lectura, acorde también los tiempos actuales del mundo dual, analógico y digital, y en la formación de sus intermediarios
Se ha marchado uno de los Grandes. Uno
de esos hombres que creyeron que se podía soñar, y que soñando se podía
construir y así ser libre
Ofelia Grande de Andrés es directora general de Ediciones Siruela y secretaria general del Patronato de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
Ofelia Grande de Andrés es directora general de Ediciones Siruela y secretaria general del Patronato de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
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Muere el editor y mecenas Germán Sánchez Ruipérez
Fue el creador del Grupo Anaya e impulsó recientemente la creación de la Casa del Lector
El editor Germán Sánchez Ruipérez, creador del Grupo Anaya,
murió esta última madrugada en la República Dominicana, donde pasaba
unos días de descanso, comunicó en Madrid su familia. Nació en Peñaranda
de Bracamonte, Salamanca, en septiembre de 1926.
Germán Sánchez Ruipérez comenzó siendo librero en Salamanca, en el negocio familiar. Autodidacta, decidió dejar los estudios y dedicarse a “una vocación precoz”, la de editar, como destacó en un homenaje que se le tributó en Madrid su amigo de toda la vida, Fernando Lázaro Carreter, ya fallecido también.
Esa vocación primeriza le llevó a buscar el mejor asesoramiento posible para crear primero su editorial, Anaya, que tendría ramificaciones educativas en seguida, y que luego sería el lugar en el que desembocó la Alianza Editorial de Ortega Spottorno y otras editoriales literarias de ámbito general. Ese asesoramiento se lo dio en Londres el mítico director inglés Sir Stanley Unwin.
Anaya fue fundada por Sánchez Ruipérez en 1958. Años después, consolidado su grupo, Sánchez Ruipérez desarrolló una gran labor en la financiación de proyectos dedicados al fomento de la lectura y al análisis de los comportamientos culturales de la sociedad española e iberoamericana, apoyado en colaboradores como Antonio Basanta y Felicidad Orquín. Una de sus preocupaciones fue el desarrollo de la cultura del libro infantil. Fue también anfitrión de varios premios al fomento de la lectura y a la excelencia profesional de profesores o escritores.
El último proyecto de su fundación, creada en 1981, es la Casa del Lector, que está próxima a inaugurarse en el espacio del Matadero, en Madrid, y que dirigirá el exministro de Cultura César Antonio Molina.
Sánchez Ruipérez creó un periódico, El Sol, que tuvo una vida efímera (duró dos años, desde 1990); ya no tuvo otras tentaciones profesionales en el campo de la comunicación.
Fernando Lázaro Carreter fue uno de sus grandes amigos y colaboradores; sus manuales literarios fueron, en sus inicios, el sustento editorial del que vivió Anaya. Sobre su figura dijo el académico que a “aquella precocidad” de su vocación, Germán Sánchez Ruipérez unió “la intensidad con la que se aplicaría a servirla… Nada ha escapado a su designio de mediar entre el público y la cultura en su sentido más amplio: arte, historia, filosofía, derecho, ciencia, tecnología… Creo que al adquirir Alianza”, prosiguió Lázaro, “experimentó uno de los mayores gozos profesionales”.
En los últimos años el fundador de Anaya fue despojándose de los distintos sellos que adquirió, incluido Alianza, y vendió el sello fundacional, para quedarse tan solo al frente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez cuyos objetivos culturales se siguen centrando en su obsesión, la difusión de la lectura, a la que sirve ya La Casa del Lector.
Estaba casado con Ofelia Grande desde 1953. Su sobrina nieta, Ofelia Grande, es la directora de Siruela, editorial que combina las dos vocaciones de Germán, la literatura de adultos y un buen catálogo de literatura infantil.
La familia en Madrid aún no ha comunicado la fecha y otras circunstancias del velatorio del editor fallecido.
Germán Sánchez Ruipérez comenzó siendo librero en Salamanca, en el negocio familiar. Autodidacta, decidió dejar los estudios y dedicarse a “una vocación precoz”, la de editar, como destacó en un homenaje que se le tributó en Madrid su amigo de toda la vida, Fernando Lázaro Carreter, ya fallecido también.
Esa vocación primeriza le llevó a buscar el mejor asesoramiento posible para crear primero su editorial, Anaya, que tendría ramificaciones educativas en seguida, y que luego sería el lugar en el que desembocó la Alianza Editorial de Ortega Spottorno y otras editoriales literarias de ámbito general. Ese asesoramiento se lo dio en Londres el mítico director inglés Sir Stanley Unwin.
Anaya fue fundada por Sánchez Ruipérez en 1958. Años después, consolidado su grupo, Sánchez Ruipérez desarrolló una gran labor en la financiación de proyectos dedicados al fomento de la lectura y al análisis de los comportamientos culturales de la sociedad española e iberoamericana, apoyado en colaboradores como Antonio Basanta y Felicidad Orquín. Una de sus preocupaciones fue el desarrollo de la cultura del libro infantil. Fue también anfitrión de varios premios al fomento de la lectura y a la excelencia profesional de profesores o escritores.
El último proyecto de su fundación, creada en 1981, es la Casa del Lector, que está próxima a inaugurarse en el espacio del Matadero, en Madrid, y que dirigirá el exministro de Cultura César Antonio Molina.
Sánchez Ruipérez creó un periódico, El Sol, que tuvo una vida efímera (duró dos años, desde 1990); ya no tuvo otras tentaciones profesionales en el campo de la comunicación.
Fernando Lázaro Carreter fue uno de sus grandes amigos y colaboradores; sus manuales literarios fueron, en sus inicios, el sustento editorial del que vivió Anaya. Sobre su figura dijo el académico que a “aquella precocidad” de su vocación, Germán Sánchez Ruipérez unió “la intensidad con la que se aplicaría a servirla… Nada ha escapado a su designio de mediar entre el público y la cultura en su sentido más amplio: arte, historia, filosofía, derecho, ciencia, tecnología… Creo que al adquirir Alianza”, prosiguió Lázaro, “experimentó uno de los mayores gozos profesionales”.
En los últimos años el fundador de Anaya fue despojándose de los distintos sellos que adquirió, incluido Alianza, y vendió el sello fundacional, para quedarse tan solo al frente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez cuyos objetivos culturales se siguen centrando en su obsesión, la difusión de la lectura, a la que sirve ya La Casa del Lector.
Estaba casado con Ofelia Grande desde 1953. Su sobrina nieta, Ofelia Grande, es la directora de Siruela, editorial que combina las dos vocaciones de Germán, la literatura de adultos y un buen catálogo de literatura infantil.
La familia en Madrid aún no ha comunicado la fecha y otras circunstancias del velatorio del editor fallecido.
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Un mecenas de la cultura
A través de su fundación y diversas
editoriales, Sánchez Ruipérez fue durante 60 años clave en el fomento y
divulgación de la cultura y el mundo del libro
Setenta años vinculado al mundo de la cultura y del libro en España, cumplía este 2012 Germán Sánchez Ruipérez, fallecido esta madrugada en República Dominicana. Era uno de los más importantes editores y mecenas culturales y creó más de 150 empresas. Fallecido a los 85 años, nació el 12 de septiembre de 1926 en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), y entre sus grandes aportaciones se encuentran la creación del Grupo Anaya con varias editoriales independientes; y la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, encargada de la divulgación, el fomento y el estudio de la lectura. Su último proyecto fue la Casa del Lector, prevista su inauguración en Madrid este año.
Una labor que llevó a que la Asociación Española de Fundaciones dijera en 2006 que Germán Sánchez Ruipérez era "ejemplo de mecenas cultural de nuestro tiempo". Resuenan hoy, también, las palabras de Fernando Lázaro Carreter: "Nada ha escapado al designio de Germán Sánchez Ruipérez de mediar entre el público y la cultura en su sentido más amplio". Y las de hace dos años de Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y exdirector de la RAE: "No es momento de recordar todos los pasos. Sí de decir que cuando se desprendió del negocio editorial no terminó la vida de este hombre realista soñador. Llevaba tiempo gestando en su mente el proyecto de la fundación y la soñó tan grande y activa que un día llegó a decir: ‘Anaya será una anécdota en mi vida’. Camino va de ello".
La historia de Sánchez Ruipérez se encaminó hacia el mundo de la cultura y el libro una vez finalizada la Guerra Civil. Su familia se trasladó a Salamanca, donde compraron la librería Cervantes. Pronto, en 1942, Germán Sánchez se incorpora al negocio familiar, abandonando sus estudios de bachillerato para vincularse a la librería que llegaría a ser una de las más importantes de España. En 1953 se casa con Ofelia Grande Rodríguez. En uno de sus viajes a Londres conoce a la persona de la cual aprenderá las claves del negocio editorial: sir Stanley Unwin, considerado decano de los editores.
Cinco años después funda Ediciones Anaya, en Salamanca. Al comienzo se centró en la edición de libros educativos y de texto, contribuyendo a la renovación de este segmento del negocio editorial y alcanzando muy rápidamente una posición de vanguardia en este sector. Más adelante, aprovecha la estructura de Anaya para dar forma a otras empresas editoriales, creando unas: Cátedra, Pirámide, Barcanova, Algaida, Anaya Multimedia, Anaya Interactiva, etc...; y adquiriendo y potenciando otras: Tecnos, Bibliograf, Credsa, Alianza, Ediciones del Prado...
A finales de los años setenta nace Grupo Anaya bajo una estructura de holding con diversas editoriales y empieza a ampliar sus empresas al continente latinoamericano con empresas independientes del sector español.
Es en 1981 cuando crea la fundación que lleva su nombre, dedicada al fomento y divulgación de la cultura con énfasis en el mundo del libro y la lectura. Hoy existen tres sedes con diferentes propósitos o misiones: Madrid, Salamanca y Peñaranda de Bracamonte. La primera centra sus actividades en el fomento de la lectura y múltiples actividades culturales; la de Salamanca gira en torno al mundo de la literatura infantil y juvenil, investigando en hábitos y estrategias para fomentar la lectura desde los primeros años; y la de Peñaranda de Bracamonte mira hacia el inmediato futuro a través del Centro de Investigaciones Tecnológicas Avanzadas (CITA), que trabaja en el desarrollo de tecnologías para la sociedad.
Su último proyecto fue la Casa del Lector, en el complejo cultura Matadero, de Madrid, prevista su inauguración este año, aunque ya ha empezado sus actividades en otros escenarios culturales. Dirigida por el escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina, la Casa del Lector se dedicará a investigar las múltiples formas de lectura, acorde también los tiempos actuales del mundo dual, analógico y digital, y en la formación de sus intermediarios
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El fervor por la lectura
César Antonio Molina - 12-02-2012
Desde el año 1942, en plena posguerra, cuando la familia Sánchez Ruipérez, tras haber pasado complicadas vicisitudes durante la contienda civil, decidió adquirir en Salamanca la librería Cervantes, Germán inició una carrera en el mundo de la edición y de la cultura que lo llevaría a ser uno de los mayores pilares de la por aquel entonces incipiente industria cultural española. Poco a poco su labor se fue desarrollando creando numerosas editoriales y medios de comunicación impresos y audiovisuales extendiendo su labor no sólo en España sino también en Hispanoamérica y los Estados Unidos.
Germán Sánchez Ruipérez, desde la iniciativa privada, contribuyó a la difusión y extensión de nuestra lengua española en el mundo y a darle el prestigio, que siempre tuvo, pero que las circunstancias de aquellos tiempos le habían relegado. Y lo llevó a cabo de varias maneras. A través de los libros de texto mediante los cuales aprendimos varias generaciones de españoles y también otras muchas allende nuestras fronteras en numerosos países de Hispanoamérica. También Germán supo aunar en torno a sus editoriales a los mejores especialistas y autores de nuestra lengua y de otras muchas extranjeras. Y finalmente supo ver que también el coloso del norte, los Estados Unidos, eran un campo fértil donde nuestra lengua llegaría a ser, como él mismo pudo comprobar, la segunda más hablada después del Inglés.
La librería Cervantes, durante los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, fue una prolongación esencial de la Universidad de Salamanca y muchos de los más insignes profesores tenían tertulia allí libre de censuras. Manuel Alvar, Enrique Tierno Galván, Joaquín Ruíz Jiménez o Antonio Tovar además de otros muchos. Algunos de aquellos acabaron convirtiéndose en amigos y colaboradores de sus proyectos. Especialmente el más joven catedrático universitario de la España de su tiempo, Fernando Lázaro Carreter, un hombre imprescindible en la aventura de Germán. En 1958, en compañía de su esposa Ofelia Grande, iniciaba su andadura editorial tomando el nombre de Anaya, el del Colegio Anaya, entonces sede de la Facultad de Letras de Salamanca. Este grupo, fue creciendo a lo largo de los años, a partir de los setenta, se convirtió en el primero de los grandes grupos editoriales españoles, cuyo liderazgo abarcaba no sólo el continente europeo sino también el americano.
Ya desde sus inicios, Germán Sánchez Ruipérez no solamente fue un extraordinario empresario que se hizo a sí mismo sino también una persona volcada en el mecenazgo. Como él mismo relató en su discursos de investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, que tuvo lugar hace exactamente un año, como resultado de aquellas muchas acciones beneméritas le surgió la determinación de impulsar el más querido de sus proyectos, la Fundación que lleva su nombre y que fue oficialmente constituida en el año 1981. A través de ella se crearon los centros de Peñaranda de Bracamonte, su lugar de nacimiento, Salamanca y Madrid, donde en este otoño se inaugurará la Casa del Lector, un proyecto en el cual había depositado todo su saber y experiencia, “soy un hombre de la edición y del libro y, como tal y por ello, deseé que mi Fundación hiciera de la lectura su eje vertebrador”. Germán fue una persona que siempre estuvo al tanto del desarrollo tecnológico, y él mismo muy interesado en su conocimiento y utilización, por tanto insistió siempre en que en la Casa del Lector aparte de las actividades educativas y culturales que se llevaran a cabo hubiera un importante apartado dedicado a la investigación sobre el devenir de la lectura en los soportes producto del desarrollo de Internet.
La lectura para Germán no sólo iba a sobrevivir en nuestra sociedad tecnificada del siglo XXI, sino que continuaría siendo una llave maestra para interpretar, comprender, valorar, asimilar y compartir el inmenso caudal informativo que hoy ya nos rodea. Caudal informativo y por supuesto de conocimiento. Leer para seguir siendo libres. Leer para nunca cejar en la búsqueda de la verdad. “Leer para la creación de ciudadanos independientes con criterio, corazón y razón; solidarios y participativos; protagonistas activos de su propia realidad, donde ya casi nada volverá a ser como solía. Porque no vivimos una época de cambios: vivimos el cambio de una época en que todo se muda de una forma imparable”.
Quienes durante muchas décadas tuvimos el honor de trabajar con él y aprender de su manera de ser: austera, esforzada, inteligente, creadora e infatigable y, en cada momento, acorde con los tiempos que le tocó vivir; aprendimos también de él su inmensa generosidad. Él lo ganó todo con los libros y lo invirtió todo en ellos. Fue un mecenas ejemplar y, debido a ello, su labor no se acaba aquí, en estos momentos tristes en los que tenemos que asumir su ausencia, sino en el desarrollo de todos sus proyectos fundacionales. Germán Sánchez Ruipérez creyó siempre en la educación y la cultura como derechos inalienables del ser humano. Su mejor testimonio lo tuvo en su propia madre maestra. El legado que nos deja es incalculable y también el trabajo para llevarlo a cabo. No le defraudaremos.
César Antonio Molina es exministro de Cultura y director de La Casa del Lector de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
César Antonio Molina - 12-02-2012
Desde el año 1942, en plena posguerra, cuando la familia Sánchez Ruipérez, tras haber pasado complicadas vicisitudes durante la contienda civil, decidió adquirir en Salamanca la librería Cervantes, Germán inició una carrera en el mundo de la edición y de la cultura que lo llevaría a ser uno de los mayores pilares de la por aquel entonces incipiente industria cultural española. Poco a poco su labor se fue desarrollando creando numerosas editoriales y medios de comunicación impresos y audiovisuales extendiendo su labor no sólo en España sino también en Hispanoamérica y los Estados Unidos.
Germán Sánchez Ruipérez, desde la iniciativa privada, contribuyó a la difusión y extensión de nuestra lengua española en el mundo y a darle el prestigio, que siempre tuvo, pero que las circunstancias de aquellos tiempos le habían relegado. Y lo llevó a cabo de varias maneras. A través de los libros de texto mediante los cuales aprendimos varias generaciones de españoles y también otras muchas allende nuestras fronteras en numerosos países de Hispanoamérica. También Germán supo aunar en torno a sus editoriales a los mejores especialistas y autores de nuestra lengua y de otras muchas extranjeras. Y finalmente supo ver que también el coloso del norte, los Estados Unidos, eran un campo fértil donde nuestra lengua llegaría a ser, como él mismo pudo comprobar, la segunda más hablada después del Inglés.
La librería Cervantes, durante los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, fue una prolongación esencial de la Universidad de Salamanca y muchos de los más insignes profesores tenían tertulia allí libre de censuras. Manuel Alvar, Enrique Tierno Galván, Joaquín Ruíz Jiménez o Antonio Tovar además de otros muchos. Algunos de aquellos acabaron convirtiéndose en amigos y colaboradores de sus proyectos. Especialmente el más joven catedrático universitario de la España de su tiempo, Fernando Lázaro Carreter, un hombre imprescindible en la aventura de Germán. En 1958, en compañía de su esposa Ofelia Grande, iniciaba su andadura editorial tomando el nombre de Anaya, el del Colegio Anaya, entonces sede de la Facultad de Letras de Salamanca. Este grupo, fue creciendo a lo largo de los años, a partir de los setenta, se convirtió en el primero de los grandes grupos editoriales españoles, cuyo liderazgo abarcaba no sólo el continente europeo sino también el americano.
Ya desde sus inicios, Germán Sánchez Ruipérez no solamente fue un extraordinario empresario que se hizo a sí mismo sino también una persona volcada en el mecenazgo. Como él mismo relató en su discursos de investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca, que tuvo lugar hace exactamente un año, como resultado de aquellas muchas acciones beneméritas le surgió la determinación de impulsar el más querido de sus proyectos, la Fundación que lleva su nombre y que fue oficialmente constituida en el año 1981. A través de ella se crearon los centros de Peñaranda de Bracamonte, su lugar de nacimiento, Salamanca y Madrid, donde en este otoño se inaugurará la Casa del Lector, un proyecto en el cual había depositado todo su saber y experiencia, “soy un hombre de la edición y del libro y, como tal y por ello, deseé que mi Fundación hiciera de la lectura su eje vertebrador”. Germán fue una persona que siempre estuvo al tanto del desarrollo tecnológico, y él mismo muy interesado en su conocimiento y utilización, por tanto insistió siempre en que en la Casa del Lector aparte de las actividades educativas y culturales que se llevaran a cabo hubiera un importante apartado dedicado a la investigación sobre el devenir de la lectura en los soportes producto del desarrollo de Internet.
La lectura para Germán no sólo iba a sobrevivir en nuestra sociedad tecnificada del siglo XXI, sino que continuaría siendo una llave maestra para interpretar, comprender, valorar, asimilar y compartir el inmenso caudal informativo que hoy ya nos rodea. Caudal informativo y por supuesto de conocimiento. Leer para seguir siendo libres. Leer para nunca cejar en la búsqueda de la verdad. “Leer para la creación de ciudadanos independientes con criterio, corazón y razón; solidarios y participativos; protagonistas activos de su propia realidad, donde ya casi nada volverá a ser como solía. Porque no vivimos una época de cambios: vivimos el cambio de una época en que todo se muda de una forma imparable”.
Quienes durante muchas décadas tuvimos el honor de trabajar con él y aprender de su manera de ser: austera, esforzada, inteligente, creadora e infatigable y, en cada momento, acorde con los tiempos que le tocó vivir; aprendimos también de él su inmensa generosidad. Él lo ganó todo con los libros y lo invirtió todo en ellos. Fue un mecenas ejemplar y, debido a ello, su labor no se acaba aquí, en estos momentos tristes en los que tenemos que asumir su ausencia, sino en el desarrollo de todos sus proyectos fundacionales. Germán Sánchez Ruipérez creyó siempre en la educación y la cultura como derechos inalienables del ser humano. Su mejor testimonio lo tuvo en su propia madre maestra. El legado que nos deja es incalculable y también el trabajo para llevarlo a cabo. No le defraudaremos.
César Antonio Molina es exministro de Cultura y director de La Casa del Lector de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
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Germán Sánchez Ruipérez, flanqueado por el escritor Álvaro Pombo y la
entonces ministra de Cultura, Carmen Calvo, en un acto en 2004
Prócer
VÍCTOR GARCÍA DE LA CONCHA 12 FEB 2012
VÍCTOR GARCÍA DE LA CONCHA 12 FEB 2012
Prócer lo llamó públicamente Fernando Lázaro Carreter, que conocía
bien la historia de aquel joven empleado de la Librería Cervantes de
Salamanca que un día lo invito a escribir un libro junto con Evaristo
Correa, un libro que se titulaba Cómo se comenta un texto en el bachillerato.
El libro corrió de mano en mano de todos los profesores no solo de
instituto sino también de los de universidad y de muchos amantes de la
literatura. Y ahí estuvo el germen de todo lo que iba a ser Anaya,
título de clara resonancia salmantina. Ofelia, su mujer, lo distribuía
llevando los paquetes en su vespa.
La idea y el propósito era renovar los métodos de enseñanza no solo en el ámbito de la lengua y la literatura sino en todos los del curriculo escolar. Y a esa idea permaneció siempre fiel expandiendo su empresa por España, Estados Unidos e Hispanoamérica.
Hace pocos años vendió casi por sorpresa Anaya. Me explicó el porqué, precisamente el día de 2010 en que me entregó el premio Fernando Lázaro Carreter, su gran colaborador y amigo. "Yo he sido de los primeros", me dijo, "en preocuparme por la informática y por todas las tecnologías digitales. Y justo por eso, porque me he dado cuenta de que comienza una nueva era y se abre un nuevo mundo editorial, he comprendido que yo ya no tengo edad ni fuerza para afrontarlo".
Lejos de olvidarse de ese mundo editorial que dejaba, Germán quiso completar su obra con un proyecto más ambicioso aún, el de su fundación y, en concreto, La Casa del Lector. Ese mismo día me añadió: "Ya lo verás, Víctor, Anaya se quedará pequeño al lado de lo que ahí vamos a hacer…"
Ya no encontraré a Germán en cualquier calle de Salamanca como un vecino más, amigo de las gentes modestas que eran sus amigos, sencillo y cercano, con aquel aire de hombre de provincia que encubría lo que en realidad era: un prócer.
Víctor García de la Concha, escritor y académico, es director del Instituto Cervantes
La idea y el propósito era renovar los métodos de enseñanza no solo en el ámbito de la lengua y la literatura sino en todos los del curriculo escolar. Y a esa idea permaneció siempre fiel expandiendo su empresa por España, Estados Unidos e Hispanoamérica.
Hace pocos años vendió casi por sorpresa Anaya. Me explicó el porqué, precisamente el día de 2010 en que me entregó el premio Fernando Lázaro Carreter, su gran colaborador y amigo. "Yo he sido de los primeros", me dijo, "en preocuparme por la informática y por todas las tecnologías digitales. Y justo por eso, porque me he dado cuenta de que comienza una nueva era y se abre un nuevo mundo editorial, he comprendido que yo ya no tengo edad ni fuerza para afrontarlo".
Lejos de olvidarse de ese mundo editorial que dejaba, Germán quiso completar su obra con un proyecto más ambicioso aún, el de su fundación y, en concreto, La Casa del Lector. Ese mismo día me añadió: "Ya lo verás, Víctor, Anaya se quedará pequeño al lado de lo que ahí vamos a hacer…"
Ya no encontraré a Germán en cualquier calle de Salamanca como un vecino más, amigo de las gentes modestas que eran sus amigos, sencillo y cercano, con aquel aire de hombre de provincia que encubría lo que en realidad era: un prócer.
Víctor García de la Concha, escritor y académico, es director del Instituto Cervantes
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