jueves, 15 de septiembre de 2011

Persecución: Canta el Lebrijano. Recita Félix Grande



Persecución. Canta el Lebrijano. Recita Félix Grande. Edición de Vídeo Jeshua.


La historia de los gitanos en España no ha sido todavía debidamente estudiada. Podemos encontrar referencias aisladas sobre ellos en obras de diferentes historiadores e historiadores de Derecho. Pero no existe ni un solo trabajo dedicado a tratar en profundidad la historia de los gitanos en nuestro país, ni su situación jurídica... tanto en el pasado como en la actualidad... Las ideas más comunes que sobre los gitanos encontramos en la literatura se perfilan al examinar algunas definiciones. Para el filólogo e historiador Jerónimo de Feijoo, los gitanos son una asociación de individuos que en los distintos países desean llevar una vida errante. El diccionario de la Real Academia Española dice que el nombre de gitano deriva de "egiptanos" y que se dice de "una cierta raza de gente errante y sin domicilio fijo, que se creyó ser descendiente de los egipcios y parecen proceder del Norte de la India" (1970:666). En la introducción a la Historia del Derecho Español, publicada en 1970 por J. Lalinde Abadía, se considera que "gitanos" ("egipcianos", "bohemians", etc.) "son grupos nómadas de procedencia incierta y de gran impermeabilidad social" (1970:266). Ciertamente es poco lo que se puede esperar de estas afirmaciones. Podríamos considerar tres períodos fundamentales en la vida de los gitanos en España. El primero comienza con la aparición de los gitanos en España, parece ser que en 1415, hasta el año 1499, en que sale a la luz la primera ley en contra de ellos. Podría llamarse a éste el período de aceptación de los gitanos. El segundo está caracterizado por la persecución y se extiende de 1499 a 1783, fecha en la que los gitanos son reconocidos como ciudadanos españoles. El tercer período, de 1783 hasta el presente, se caracteriza, por un lado, por la igualdad ante la ley, y por otro, por una desigualdad económica y social.


2.Persecución.Canta Lebrijano. Recita Félix Grande. Edición de vídeo Jeshua.

Subido por el 10/12/2010
La cultura dominante viene cercando a las culturas desde la Reconquista. Es la imposibilidad del poder para asumir la existencia de los desobedientes, de lo diferente, de la otredad civil y cultural. Hasta el Despotismo Ilustrado, y aun en la etapa de esa época, las sucesivas monarquías emitieron leyes encaminadas a la puesta en marcha de castigos a los que debemos llamar sanguinarios.

Pero la Ilustración Despótica, en vista de que los procedimientos tajantes no habían dado el resultado deseado, cambiará de táctica y atacará más globalmente y con mayor astucia: ahora ya no se les perseguiría: siempre y cuando ellos renuncien hasta el derecho de sentirse gitano. Les lanza el señuelo de la integración, como a cualquiera otro ciudadano de la España ilustrada, pero dispone que los nómadas que no se dejen reducir:
"Sean marcados en la espalda con hierro ardiente y que llevare las armas de Castilla".

Si la Reina Isabel había obligado a los moros de Granada a identificarse portando en el hombro un retal encarnado, y había obligado a las mujeres judías y moriscas a señalarse con un pedazo de paño turquí de cuatro dedos de ancho, y si los nazis marcarían después a los gitanos con una Z (ziegener) sobre su carne, Floridablanca dispondrá que sean marcados a fuego los gitanos que hubieren desobedecido ya una vez a la ley, para "así comprobar la reincidencia e imponerles irremisiblemente la pena de muerte". Esa forma de control policiaco, bastante más odioso aún que la del moderno fichero, suponía un paso adelante en el rechazo del ser gitano; antes se les marcaba a fuego para castigarles, ahora se les marcaría a fuego para tenerlos controlados.

Si en 1570 y 1581 Felipe II prohíbe a los gitanos viajar a las Indias y decreta que aquellos que ya hubieran llegado a ellas "luego que sean hallados, les envíen a estos Reinos, embarcándoles en los primeros navío con sus mujeres, e hijos y criados (sic), y no permitan que por ninguna razón o causa que aleguen queden alguno en las Indias ni sus islas adyacentes ". Campomanes en cambio, propondrá desembarazarse de estos enojosos mamíferos embarcándolos a todos hacia los países de ultramar. BOTEY señala que "En el mismo clima europeo en que brota la propuesta de Campomanes, el primer cónsul de Francia —Napoleón— rodeó a todos los gitanos del País Vasco, en una sola noche, con una inmensa red de policías, y fueron conducidos a los puertos del Atlántico para ser llevados a colonias.


3ª Parte. Persecución. Canta Lebrijano. Recita Félix Grande. Edición de vídeo Jeshua.


Subido por el 28/12/2010
Segundo período: La persecución.
El período de persecución ocupa el tiempo transcurrido desde la promulgación de la Pragmática de 1499 hasta el año 1783. Vamos a examinar algunos aspectos que, tal como aparecen en la legislación referida a gitanos, parece ser las más importantes en relación a su situación en el sistema social español. Estos aspectos, como la influencia de la religión, los intentos de situarlos en asentamientos permanentes, derechos y obligaciones, etc., se verán por separado, siguiendo la evolución de cada uno de ellos durante este período.

Solamente para el propósito de este capítulo concreto entenderé por "derechos legales" aquellos que aparecen de forma explícita y específica en la legislación de los diferentes siglos; en caso de no ser así, haré referencia a ellos como "derechos" simplemente o "derechos comunes". Así, por ejemplo, durante el reinado de Felipe V, los gitanos fueron privados de ciertos derechos comunes, tales como el derecho a casarse entre ellos, o a llevar a cabo sus propias fiestas y ceremonias (como bodas), o el derecho a hablar el caló. Se les excluía también de ciertos derechos legales, tales como la libre elección del lugar de asentamiento, el derecho a recurrir contra las decisiones de la Justicia, o como la ocupación de cargos públicos.

Muchos de los decretos y leyes que aparecieron durante los siglos XVI y XVII y hasta finales del siglo XVIII se dirigían por general a conseguir bien el asentamiento permanente de los gitanos en un lugar fijo o su expulsión de España.

En el reinado de Carlos V encontramos varias medidas interesantes dirigidas a producir el asentamiento masivo de los gitanos. La persecución de Carlos V se dirigía contra aquellos que aún permanecían siendo nómadas o errante "siendo varón sin oficio o sin vivir con señor" (1539). En otras ocasiones se concede a los gitanos un período de tiempo para que se asentarán en un lugar concreto. Felipe III en 1619 fue el primero en establecer en qué sitio debían se asentarse los gitanos y en qué lugares les estaba prohibido vivir. Ordenó a los egipcianos fijar su domicilio en aquellas villas y lugares que tuvieran una población superior a 2.000 habitantes. Más tarde se añadió también que nunca deberían de vivir juntos en grupos, sino que deberían de asentarse dispersos entre la población, tratando por este procedimiento de acelerar su integración al resto del país (1633). El último de los austrias, Carlos II, señaló una lista de 41 localidades como los únicos sitios donde, desde aquel momento, les sería permitido asentarse a los gitanos. Añadía este monarca que nunca podrían abandonar su lugar de asentamiento sin un permiso especial de los Justicias de la localidad (1695).

No hay duda de que todos estos ejemplos ilustran la posibilidad de que muchos gitanos estuvieran ya asentados con anterioridad a la llegada de los Borbones. Pero el caso es que también muchos permanecían errantes e incluso algunos continúan errantes hoy en día. Quizá sea precisamente este hecho uno de los que ha contribuido más decisivamente a que los gitanos fueran privados de muchos derechos, incluidos los legales, y de oportunidades a las que otros individuos tenían acceso.



Félix Grande le da el último repaso a su «Biografía»
El poeta publica su obra completa con la inclusión de su primer libro en décadas, «La cabellera de la Shoá»
MANUEL DE LA FUENTE / MADRID
Día 10/05/2011
EFE



Félix Grande, hoy en Madrid
Oficinista, carpintero, trillador, jornalero de bodega, tendero, cuidador de tres
vacas, recitador en los casinos, guitarrista flamenco y pastor de cabras. Así se ganó
la vida Félix Grande (Mérida, 1937). Y como poeta, por supuesto. Aunque durante
casi cuatro décadas no haya escrito poesía, y apenas si haya ido corrigiendo su obra
poética completa, «Biografía», de la que acaba de salir una nueva «y severamente
revisada» edición en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, con prólogo de Ángel
Luis Prieto de Paula. Aquí sí, aquí sí ha vuelto Grande a lo grande a la lírica, con la
inclusión de un nuevo libro, «La cabellera de la Shoá», su nueva entrega en
décadas, escrito en 2010 fruto de la terrible experiencia de la visita del poeta al
campo de exterminio de Auschwitz.
«Desde 1970, no había escrito poesía, sin duda era porque no me lo merecía»,
explicaba ayer el autor de «Blanco spirituals». «Creo que la poesía es un estado de
gracia, cuando uno se la merece llega, y llega cargada de coraje e inocencia, pero
cuando no quiere venir, no viene. Pero uno sabe cuándo vienen las palabras,
cuando te las has merecido vienen a tu casa porque, como decía Unamuno, las
palabras son vida vivida. Además, en mi caso, la poesía me ayudó a ser menos
desdichado. Me encontré con las palabras, Dios las bendiga, y me salvaron la vida».
Por su parte, Ángel Luis Prieto de Paula destacó los rasgos esenciales de la obra de
Félix Grande, y como el propio prologuista dijo, «voy a ponerle unos sambenitos».
«Primero, su confesionalismo. Y luego, también quiero destacar que cuando la
poesía social declinaba, él construye algunos libros que no abjuran de cambiar y
subvertir la realidad. Pero lo hace conectando con la vanguardia, con rigor
estilístico y exigencia lingüística. Su poesía es patética en el sentido de que se nutre
del sufrimiento y la compasión, a la sombra de sus maestros César Vallejo y
Antonio Machado».
Niño de la guerra
Grande también subrayó «mi relación inexorable con la Guerra Civil», sentida a
través del sufrimiento de su madre. «Poco antes de la guerra, era más feliz que
nunca, pero mi padre marchó al frente, y aunque no murió, desde ese momento, mi
madre sintió una palpitación terrible que ya no la abandonaría nunca, jamás volvió
a levantar la cabeza. Y creo que cuando yo estaba aún en su barriga, ya me
transmitía sus emociones. Toda mi estética nace del espanto que me comunicó mi
madre. Todo el contenido de mis libros, de este libro, está lleno de
madre, lleno de espanto, lleno de compasión. Porque creo que la
indignación y la piedad deben ser dos rasgos esenciales del poeta».
Finalmente, el creador de «Las rubáiyátas de Horacio Martín» se refirió a su nuevo
libro y a Auschwitz, “ese terrible momento que parte dos mitades la Historia”. Una
visita que le trajo a la memoria la frase de Adorno: «Después de Auschwitz no se
puede escribir poesía». Sin embargo, el poeta cree que «visitar ese campo es un
deber de cualquier intelectual de nuestro tiempo, lo contrario es cobardía. Yo creí
que no me iba a sorprender, porque había leído mucho, había visto películas, pero
me sorprendió todo. En especial, una mata de pelo de mujer que pesa 1.950 kilos,
perteneciente a las asesinadas. Algo dentro de mí se preguntó, pero de qué color es.
Era un color nuevo que hasta entonces no había visto... ahí me temblaron las
rodillas. Tenía que darle un limosna de hermosura a esa mendicidad. Cuando acabé
el libro no quedé en paz ni conmigo ni con aquellos terribles acontecimientos, pero
supe que Adorno no tenía razón. El fruto es "La cabellera de la Shoá”».


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