Emil Otto Hoppé (1878-1972) fue uno de los más importante fotógrafos de arte y documentales de la era moderna, cuyo éxito artístico rivalizaban con las de sus pares, Alfred Stieglitz (1864-1946), Edward Steichen (1879-1973) y Walker Evans (1903-1975).
En el período inmediatamente antes y después de la Primera Guerra Mundial, Emil Otto Hoppé fue uno de los fotógrafos más famosos del mundo. Dos nuevas colecciones, E.O. Amerika Hoppe y E.O. Australia Hoppe, seguido por Alemania e Inglaterra, el objetivo de su reintegración. Demuestran que se merece un lugar junto a figuras como el estadounidense Walker Evans y el alemán August Sander en el rango superior de los fotógrafos documentales.
Nacido en una familia de banqueros ricos en Munich en 1878, Hoppe se trasladó a Londres en 1900, aparentemente para satisfacer el deseo de su padre para que hiciera una carrera en finanzas. Pero rápidamente se aficionó a la fotografía, con tal éxito que en 1907 se había convertido en profesional. Se estableció como líder retratista de su época, mostrando aguda visión para los negocios de explotación de su gama impecable de contactos sociales. Sus clientes incluyen celebridades como George Bernard Shaw y Enrico Caruso. Pero su obra más interesante se encuentra en la serie de grandes proyectos que inició en la década de 1920, teniendo que hacer grandes viajes para producir libros de fotografía de viajes para el editor alemán Wasmuth.
En dramático contraste con sus retratos de la sociedad, estas imágenes revelan su gran habilidad en el fotoperiodismo - un término que él fue uno de los primeros en emplear. En su autobiografía, "One Hundred Thousand Exposures", Hoppe escribe acerca de un incidente que define para él, la emoción y la recompensa de estar donde está la acción. Cuando un globo de aire caliente explotó en la exposición franco-británica en la White City en 1908, él era el único con una cámara. Él vendió su foto exclusiva al Daily Mirror. Como Felipe Prodger escribe en su introducción a la igualdad de oportunidades "E.O Hoppé’s Amerika", Hoppe fue uno de los primeros fotógrafos que tratan de captar el carácter esencial y la identidad de una sociedad al llevar a cabo un estudio fotográfico detallado.
A pesar de que había comenzado en 1902 con la moda del enfoque suave, el estilo pictorial del día, por la década de 1920 había comenzado a abrazar la modernidad, mostrando una claridad de bordes definidos y un conocimiento impresionante de la técnica que es claramente contemporánea y muy evidente en "E.O Hoppé’s Amerika", publicado originalmente por Wasmuth como "Romantic America" en 1927.
E.O. Hoppé - Wikipedia
Blue plaque outside the house at 7 Cromwell Place, Kensington, London where Hoppe once lived from 1913
Hoppe Portraits: Society, Studio and Street by Phillip Prodger and Terence Pepper (11 Dec 2010)
Camera Portraits By E. O. Hoppe 1878-1972. Exhibition Catalogue by Terence Pepper (1978)
Un retratista de figuras del arte
Ángeles García
Madrid
La Fundación Mapfre dedica en Madrid una exposición antológica al fotógrafo alemán Emil Otto HoppéRetratista de celebridades intelectuales
La incomparable vitalidad cultural de la Inglaterra de comienzos del
siglo XX tuvo un retratista de lujo que, aunque poco conocido en España,
cuenta con una obra equiparable a Richard Avedon o Irving Penn. Emil Otto Hoppé,
(Múnich, 1878-Londres, 1972) considerado una figura esencial en la
fotografía modernista de la era eduardiana, ha pasado a la historia por
ser el fotógrafo de las celebridades intelectuales y artísticas, sin
olvidar todos aquellos tipos de la calle que por alguna causa llamaban
su atención. Y, puede que lo más importante, Hoppé fue el responsable de
que el concepto de belleza femenina no siguiera exclusivamente ligado a
la mujer blanca. Las 32 imágenes de bellísimas mujeres mulatas o
mestizas que él agrupó en El libro de las bellas, publicado en
1922, chocó con el conservadurismo y el incipiente feminismo de la
época. El volumen es ahora un clásico de culto. La Fundación Mapfre
(General Perón, 40) abre mañana al público una exposición antológica con
material prestado por la National Portrait Gallery de Londres y la
colección del E.O. Hoppé Estate. Titulada Hoppé, el estudio y la calle,
la exposición se complementa en la web www.exposicionesmapfre.com/hoppe.
Hijo de un banquero alemán, Emil Otto Hoppé se trasladó muy joven a Londres, en 1902, donde conectó con el mundo intelectual desde el primer momento. Su amigo George Bernard Shaw, fue quien le introdujo en el mundo artístico y quien le facilitó el acceso a los intelectuales más notables. Sus retratos, primeros planos de mediano formato, le sirvieron para que las puertas se le abrieran una tras otra. Georges Clemencau, Ezra Pound, Henry James, Rudyart Kipling, Arthur Conan Doyle, Marinetti o Thomas Hardy son algunos de los intelectuales que posaron en su estudio. Las celebridades del mundo del espectáculo también se dejaron seducir por la cámara de Hoppé.
Unas impactantes y bellísimas imágenes de Váslav Nijinsky, protagonista de El espectro de la rosa, sirve de arranque del apartado dedicado a los artistas. Gina Palerme, Sylvia Gough, Teddie Gerrard, Marion Davies (la gran estrella del cine mudo) o la escritora Anita Loos (Los caballeros las prefieren rubias) son algunas de las celebridades cuyos rostros están difuminados por el paso del tiempo y que aquí se recuperan con la belleza que tuvieron cuando copaban las carteleras de espectáculos.
Pero Hoppé no solo estuvo pendiente de los famosos. La gente de la calle y los que llenaban los bares y otros locales públicos también le interesaban. Para evitar suspicacias, se adentraba en los locales con su pequeña cámara envuelta en papel de estraza y con el objetivo estratégicamente colocado y oculto. Amigos charlando, parejas de posibles amantes, vendedoras de flores, viajeros en el autobús con rostros agotados… Toda una serie de imágenes que sirven para completar una de las visiones más completas de los protagonistas de la primera mitad del siglo XX.
Hijo de un banquero alemán, Emil Otto Hoppé se trasladó muy joven a Londres, en 1902, donde conectó con el mundo intelectual desde el primer momento. Su amigo George Bernard Shaw, fue quien le introdujo en el mundo artístico y quien le facilitó el acceso a los intelectuales más notables. Sus retratos, primeros planos de mediano formato, le sirvieron para que las puertas se le abrieran una tras otra. Georges Clemencau, Ezra Pound, Henry James, Rudyart Kipling, Arthur Conan Doyle, Marinetti o Thomas Hardy son algunos de los intelectuales que posaron en su estudio. Las celebridades del mundo del espectáculo también se dejaron seducir por la cámara de Hoppé.
Unas impactantes y bellísimas imágenes de Váslav Nijinsky, protagonista de El espectro de la rosa, sirve de arranque del apartado dedicado a los artistas. Gina Palerme, Sylvia Gough, Teddie Gerrard, Marion Davies (la gran estrella del cine mudo) o la escritora Anita Loos (Los caballeros las prefieren rubias) son algunas de las celebridades cuyos rostros están difuminados por el paso del tiempo y que aquí se recuperan con la belleza que tuvieron cuando copaban las carteleras de espectáculos.
Pero Hoppé no solo estuvo pendiente de los famosos. La gente de la calle y los que llenaban los bares y otros locales públicos también le interesaban. Para evitar suspicacias, se adentraba en los locales con su pequeña cámara envuelta en papel de estraza y con el objetivo estratégicamente colocado y oculto. Amigos charlando, parejas de posibles amantes, vendedoras de flores, viajeros en el autobús con rostros agotados… Toda una serie de imágenes que sirven para completar una de las visiones más completas de los protagonistas de la primera mitad del siglo XX.
FOTOGALERÍA El retratista de los intelectuales
Cuidador del Zoo Ernie Bowman e hipopótamo - E.O. HOPPÉ
Más allá de los privilegiados, Hoppé quiso plasmar en sus
retratos a los menos afortunados, aquellos que se situaban al otro
extremo del espectro social.
Estación de metro del Museo Británico - E.O. HOPPÉ
Hoppé también sale a la calle, en busca de aquellos a quienes la
vida no ha tratado tan bien, gente sin hogar o con trabajos básicos...Ezra Pound - E.O. HOPPÉ
Al fotografiar poetas, Hoppé estrechaba la profundidad de campo, destacando detalles cruciales y haciendo que el fondo se diluyera en lo abstracto.Margot Fonteyn E.O. HOPP
Para conseguir plasmar la personalidad de sus modelos, Hoppé redujo drásticamente la cantidad de decoración y ornamentación, concentrándose realmente en el personaje.
Señora Bennett, de tipo inglés - E.O. HOPPÉ
Fascinado por las cuestiones de movilidad social y racial, Hoppé
reunió una colección de retratos de estudio donde examinaba diferentes
tipos de personas sobre un fondo neutral e iluminadas desde arriba,
incluyendo solo la cabeza o el busto y dejando fuera cualquier detalle
de la ropaThe Pearlies - E.O. HOPPÉ
The 'Pearlies', Master William Dennis Simmons, London, 1922. El pequeño, de unos dos años, permanece tan quieto como puede, defendiendo el pequeño trozo de pan en su mano.Vaslav Nijinsky - E.O. HOPPÉ
Vaslav Nijinsky como El espectro de la Rosa (1914). Retrato entre bambalinas del gran bailarín ruso.
Tilly Losch - E.O. HOPPÉ
A veces tienes la sensación, casi desconcertante, de estar en la
presencia del modelo, como si estuvieras manteniendo una conversación
íntima con él.Workers, Cammell Laird Shipyards, Merseyside, England, 1928
Rooftops and Smoking Chimneys, Pittsburgh, Pennsylvania, USA, 1926
Crossed Conveyers, Ford River Rouge Factory, Michigan, USA, 1926
Street Scene, Tijuana, Mexico, 1926
Sphinx, The Embankment, London, England, c.1910
Life Class, Royal College of Art, London, England, 1931
Windermere, Westmorland, England, 1925
Early Morning, Pemberton, Western Australia, 1930
Tribal dance, Palm Island, Queensland, Australia, 1930
Tilly Losch, Dancer, England, 1928
E.O. Hoppé The Master of Photography
Vaslav Nijinsky - E.O. HOPPÉ
Deskwork_at_The_British_Union_Of_Fascists
Sandwich board man advertising Shafi Hindustan Restaurant, 18 Gerrard Street, London
by E.O. Hoppé, 1945
Duke and Duchess of York, later King George VI and Queen Elizabeth, the Queen Mother
by E.O. Hoppé, 1923
Flora, flower lady, Piccadilly Circus, London by E.O. Hoppé, 1921
Dutch West Indies
by E.O. Hoppé, 1921
William Strang
by E.O. Hoppé, 1909
Vaslav Nijinsky as Spectre de la Rose in Le Spectre de la Rose
by E.O. Hoppé, 1914
Big Chief White Horse Eagle of the Osagi tribe, Oklahoma by E.O. Hoppé, 1926
E.O. Hoppé, Ford Factory, Detroit, 1926, gelatin silver print
Making waxworks at Madam Tussaud’s, London
by E.O. Hoppé, 1935
Hoppé o el redescubrimiento del 'maestro'
Una exposición de la National Portrait Gallery, en Londres, incluye casi 150 de sus fotografías.- Es la primera gran muestra dedicada a su obra en 30 años
Mussolini. George Bernard Shaw. Jorge V. Rudyard Kipling. Henry
James... Todos coetáneos y con un detalle en común: haber posado ante la
cámara de Emil Otto Hoppé (1878-1972), gran protagonista de la fotografía de la primera mitad del siglo XX. De él, a quien Cecil Beaton llamó el Maestro,
se conoce hoy poco, y sin embargo fue en su día tan famoso, o más, que
aquellos a quienes retrataba. Artistas, políticos, aristócratas, gente
adinerada: todos querían aparecer en sus fotografías, pero no solo ellos
protagonizaron su obra. Más allá de los privilegiados, Hoppé quiso
plasmar en sus retratos a los menos afortunados, aquellos que se
situaban al otro extremo del espectro social.
La muestra que, desde el pasado 17 de febrero y hasta el 30 de mayo se puede visitar en la National Portrait Gallery londinense, recupera para el gran público la obra de este retratista singular, que iba para banquero en Shangai pero se hizo fotógrafo en Londres. "La personalidad de la gente, dual y a menudo con muchas capas, es siempre más absorbente que la de un lienzo. He sido afortunado porque mi vocación me ha permitido echar un vistazo detrás de las fachadas, por así decirlo, de tantos y tan interesantes hombres y mujeres", en palabras del propio Hoppé.
Precisamente su enorme habilidad para capturar la personalidad del modelo es, en palabras de Phillip Prodger, comisario de la exposición, lo que le hace diferente y único. Fotografía a celebridades, aristócratas, ricos... Pero también sale a la calle en busca de aquellos a quienes la vida no ha tratado tan bien, gente sin hogar o con trabajos básicos. "No conozco a ningún otro fotógrafo en la historia que haya ido a polos tan opuestos, a lo más alto y más bajo de la sociedad", dice Prodger. "Cuando hace eso, Hoppé se pregunta: ¿porqué alguien tiene éxito? ¿Por qué no? Esos son los interrogantes que le motivan cuando trabaja. "Una de las cosas por las que Hoppé era famoso fue por su habilidad para conseguir que la personalidad de cada sujeto brillase en la fotografía. Para hacerlo, redujo drásticamente la cantidad de decoración y ornamentación, concentrándose realmente en el modelo. Así tienes la sensación, a veces casi desconcertante, de estar en la presencia de ese personaje, casi como si estuvieras manteniendo una conversación íntima con él".
Fascinado por las cuestiones de movilidad social y racial, Hoppé reunió una colección de retratos de estudio donde examinaba diferentes tipos de personas. Fotografías realizadas sobre un fondo neutral e iluminadas desde arriba, incluyendo solo la cabeza o el busto y dejando fuera cualquier detalle de la ropa. Retratos -el cartero, una florista, etc.-donde la luz dignifica a los modelos, a la vez que transmite su personalidad y les reduce a "tipos", y que forman también parte de la exposición.
Gran amigo de George Bernard Shaw, reconocido socialista, la conciencia progresista de Hoppé se deja ver en sus obras. Aunque al parecer "ambos estaban de acuerdo en muchas cosas", apunta Prodger, "tenía una clientela con inclinaciones políticas muy diversas, y siempre puso un especial cuidado en no vincularse a ningún partido concreto en particular". No obstante, ciertos episodios de su vida dejan muy clara su postura. Mientras vivió en los Estados Unidos, Hoppé mantuvo durante un tiempo un estudio en Nueva York, y allí invitó a los más destacados líderes intelectuales negros. "Debido a la discriminación racial de la época, no se les permitía acceder por el ascensor principal, así que debían hacerlo por el de servicio. Pero él quería invitarles, así que lo hizo".
Es una ironía del destino que, cuando muchos artistas mueren sin recibir el reconocimiento que merecen, alguien tan aclamado en vida como Hoppé cayera durante tanto tiempo en el olvido. Para explicarlo, hay que remontarse a los años 30, cuando decidió crear un archivo fotográfico y dejó de clasificar las fotografías por artista, para hacerlo por temas. Además solía comprar obras de otros fotógrafos, con lo que estos negativos y fotografías se fueron añadiendo a las que él ya tenía. "Según se hizo más grande, sus obras estaban tan diseminadas por el archivo que resultaba imposible saber donde estaban". Sería en 1994 cuando Graham Howe, de Curatorial Assistance, encontró la colección y decidió separarla, proceso que llevó meses.
Otro de los proyectos de Hoppé incluídos en la exposición de la National Portrait Gallery, El libro de las mujeres hermosas (1922), muestra retratos de las mujeres que él consideró las más bellas del mundo. Un proyecto de enfoque multicultural que contenía 32 modelos de 24 países diferentes, y cuya publicación causó no poca controversia al plantear cuestiones filosóficas acerca de la estética humana.
La muestra que, desde el pasado 17 de febrero y hasta el 30 de mayo se puede visitar en la National Portrait Gallery londinense, recupera para el gran público la obra de este retratista singular, que iba para banquero en Shangai pero se hizo fotógrafo en Londres. "La personalidad de la gente, dual y a menudo con muchas capas, es siempre más absorbente que la de un lienzo. He sido afortunado porque mi vocación me ha permitido echar un vistazo detrás de las fachadas, por así decirlo, de tantos y tan interesantes hombres y mujeres", en palabras del propio Hoppé.
Precisamente su enorme habilidad para capturar la personalidad del modelo es, en palabras de Phillip Prodger, comisario de la exposición, lo que le hace diferente y único. Fotografía a celebridades, aristócratas, ricos... Pero también sale a la calle en busca de aquellos a quienes la vida no ha tratado tan bien, gente sin hogar o con trabajos básicos. "No conozco a ningún otro fotógrafo en la historia que haya ido a polos tan opuestos, a lo más alto y más bajo de la sociedad", dice Prodger. "Cuando hace eso, Hoppé se pregunta: ¿porqué alguien tiene éxito? ¿Por qué no? Esos son los interrogantes que le motivan cuando trabaja. "Una de las cosas por las que Hoppé era famoso fue por su habilidad para conseguir que la personalidad de cada sujeto brillase en la fotografía. Para hacerlo, redujo drásticamente la cantidad de decoración y ornamentación, concentrándose realmente en el modelo. Así tienes la sensación, a veces casi desconcertante, de estar en la presencia de ese personaje, casi como si estuvieras manteniendo una conversación íntima con él".
Fascinado por las cuestiones de movilidad social y racial, Hoppé reunió una colección de retratos de estudio donde examinaba diferentes tipos de personas. Fotografías realizadas sobre un fondo neutral e iluminadas desde arriba, incluyendo solo la cabeza o el busto y dejando fuera cualquier detalle de la ropa. Retratos -el cartero, una florista, etc.-donde la luz dignifica a los modelos, a la vez que transmite su personalidad y les reduce a "tipos", y que forman también parte de la exposición.
Gran amigo de George Bernard Shaw, reconocido socialista, la conciencia progresista de Hoppé se deja ver en sus obras. Aunque al parecer "ambos estaban de acuerdo en muchas cosas", apunta Prodger, "tenía una clientela con inclinaciones políticas muy diversas, y siempre puso un especial cuidado en no vincularse a ningún partido concreto en particular". No obstante, ciertos episodios de su vida dejan muy clara su postura. Mientras vivió en los Estados Unidos, Hoppé mantuvo durante un tiempo un estudio en Nueva York, y allí invitó a los más destacados líderes intelectuales negros. "Debido a la discriminación racial de la época, no se les permitía acceder por el ascensor principal, así que debían hacerlo por el de servicio. Pero él quería invitarles, así que lo hizo".
Es una ironía del destino que, cuando muchos artistas mueren sin recibir el reconocimiento que merecen, alguien tan aclamado en vida como Hoppé cayera durante tanto tiempo en el olvido. Para explicarlo, hay que remontarse a los años 30, cuando decidió crear un archivo fotográfico y dejó de clasificar las fotografías por artista, para hacerlo por temas. Además solía comprar obras de otros fotógrafos, con lo que estos negativos y fotografías se fueron añadiendo a las que él ya tenía. "Según se hizo más grande, sus obras estaban tan diseminadas por el archivo que resultaba imposible saber donde estaban". Sería en 1994 cuando Graham Howe, de Curatorial Assistance, encontró la colección y decidió separarla, proceso que llevó meses.
Otro de los proyectos de Hoppé incluídos en la exposición de la National Portrait Gallery, El libro de las mujeres hermosas (1922), muestra retratos de las mujeres que él consideró las más bellas del mundo. Un proyecto de enfoque multicultural que contenía 32 modelos de 24 países diferentes, y cuya publicación causó no poca controversia al plantear cuestiones filosóficas acerca de la estética humana.
Emil Otto Hoppé CREHA
Después
de treinta años de olvido la National Portrait Gallery de Londres
celebra (hasta mayo) una exposición que hace justicia a la obra del
fotógrafo, precursor del fotoperiodismo, Emil Otto Hoppé (Reino Unido,
1878-1972). En su época gozó de enorme fama y ningún personaje de la
política, el arte, la literatura o el teatro dejó de ser retratado por
Hoppé: Kipling, Henry James, Bernard Shaw, Margot Fonteyn (imagen de
cabecera), Nijinsky, Ezra Pound, … Pero además a Hoppé le interesa
enormemente la calle y sus gentes y retrata también a los más
desafortunados.
Pocos
fotógrafos han nutrido su obra de temas situados en polos, socialmente,
tan opuestos. Busca con ello captar la personalidad de las personas sin
hacer distinciones de clase o de raza. Esa actitud le creó, en
ocasiones, problemas como ocurrió con su obra “El libro de las mujeres
hermosas” (1922) donde incluyó retratos de mujeres de todas las
latitudes y todas las razas. Para ciertos europeos de su época aquel
libro fue motivo de controversia dado que para ellos la única belleza
femenina que concebían sólo podía ser ejemplificada por mujeres blancas.
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